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Cruz Azul regresa a una final, a la de la Copa MX del Apertura 2018, y pasado el sobresalto de la semifinal ante León, vuelve la ineludible obligación de ser campeones.
Ricardo Peláez fue contratado para esto, para ganar los partidos que antes perdían, para tirar a la basura el verbo cruzazulear, y ahora está a un paso de volver a levantar un título obligado por su directiva. Ya el de la Liga, que no han conseguido hace 42 torneos, es otro tema, aunque también con la imperiosa necesidad de lograrlo. Por el momento, todo camina perfecto para este equipo.
Pero para llegar a esta nueva final en su historia tuvieron que sufrir, y mucho. Parecía un partido en el que los cruzazulinos tenían la oportunidad de cumplir rápido con los pronósticos y después de la expulsión de Mauro Boselli (minuto 19), el panorama era todavía más alentador. Pero los futbolistas de La Máquina parecen arreglárselas siempre para meterse en problemas cuando no los deberían tener, y reducen sus opciones de éxito conforme pasan los minutos y no pueden reflejar en el marcador el supuesto dominio que tienen en el terreno de juego.
Era alarmante la incapacidad de los celestes para definir jugadas claras frente al marco de William Yarbrough, y con un hombre más en la cancha, sufrieron para poder empatar con el León, que había tomado la ventaja en una buena jugada de Fernando Navarro, quien evidenció los complejos de la defensiva cementera.
Todo un sufrimiento para la afición de Cruz Azul, que se desesperaba con cada falla de los delanteros, y por más que Pedro Caixinha, quien vio el partido otra vez desde la zona de prensa, realizó cambios a la ofensiva y de formación en busca del gol que no podían marcar y que llegó más por
la mala suerte del León que por la capacidad de sus jugadores, cuando el disparo de Adrián Aldrete fue desviado por Luis Montes y techó al portero leonés.
En verdad que no es normal que un equipo con la historia de éste, con el buen torneo que ha tenido sobre todo en el Estadio Azteca, tenga que sufrir tanto en un duelo de eliminación directa, ante un rival que se supone es inferior y que además desde los 50 minutos de juego renunció a eso, a jugar, para tratar de aguantar su ventaja y cuando la perdió, de llevarlo a los penaltis para tratar de hacerse fuerte con la presión que se cargaron solos los cruzazulinos. Y lo llevaron hasta esa instancia, en donde el criticado Guillermo Allison fue el hombre clave, al detener el envío de Walter González.
Por ahora, Peláez y Pedro Caixinha han cumplido con ganar el primero de los partidos que antes solían perder. Después vendrá la Liguilla, pero antes, otro compromiso en el que no pueden escapar a la obligación de la victoria, el sábado ante el América.
Y no solamente es regresar al primer lugar de la tabla, sino ante el acérrimo rival, completar el mensaje que ayer enviaron al sacar el juego ante León. Otro resultado que no sea el triunfo no les servirá para maldita la cosa y volverá a generar cuestionamientos, porque lo dicho, clasificar a la final de Copa, sufrido o como sea, estaba dentro de sus obligaciones, pero en la Liga también deben mostrar que pueden romper con las frustraciones.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
Ricardo Peláez fue contratado para esto, para ganar los partidos que antes perdían, para tirar a la basura el verbo cruzazulear, y ahora está a un paso de volver a levantar un título obligado por su directiva. Ya el de la Liga, que no han conseguido hace 42 torneos, es otro tema, aunque también con la imperiosa necesidad de lograrlo. Por el momento, todo camina perfecto para este equipo.
Pero para llegar a esta nueva final en su historia tuvieron que sufrir, y mucho. Parecía un partido en el que los cruzazulinos tenían la oportunidad de cumplir rápido con los pronósticos y después de la expulsión de Mauro Boselli (minuto 19), el panorama era todavía más alentador. Pero los futbolistas de La Máquina parecen arreglárselas siempre para meterse en problemas cuando no los deberían tener, y reducen sus opciones de éxito conforme pasan los minutos y no pueden reflejar en el marcador el supuesto dominio que tienen en el terreno de juego.
Era alarmante la incapacidad de los celestes para definir jugadas claras frente al marco de William Yarbrough, y con un hombre más en la cancha, sufrieron para poder empatar con el León, que había tomado la ventaja en una buena jugada de Fernando Navarro, quien evidenció los complejos de la defensiva cementera.
Todo un sufrimiento para la afición de Cruz Azul, que se desesperaba con cada falla de los delanteros, y por más que Pedro Caixinha, quien vio el partido otra vez desde la zona de prensa, realizó cambios a la ofensiva y de formación en busca del gol que no podían marcar y que llegó más por
la mala suerte del León que por la capacidad de sus jugadores, cuando el disparo de Adrián Aldrete fue desviado por Luis Montes y techó al portero leonés.
En verdad que no es normal que un equipo con la historia de éste, con el buen torneo que ha tenido sobre todo en el Estadio Azteca, tenga que sufrir tanto en un duelo de eliminación directa, ante un rival que se supone es inferior y que además desde los 50 minutos de juego renunció a eso, a jugar, para tratar de aguantar su ventaja y cuando la perdió, de llevarlo a los penaltis para tratar de hacerse fuerte con la presión que se cargaron solos los cruzazulinos. Y lo llevaron hasta esa instancia, en donde el criticado Guillermo Allison fue el hombre clave, al detener el envío de Walter González.
Por ahora, Peláez y Pedro Caixinha han cumplido con ganar el primero de los partidos que antes solían perder. Después vendrá la Liguilla, pero antes, otro compromiso en el que no pueden escapar a la obligación de la victoria, el sábado ante el América.
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