Hace 32 años no fue el mismo miedo, incertidumbre. Tal vez los años, la experiencia hacen que las personas reaccionen distinto en circunstancias como la de ayer; todo se siente diferente y no es para menos. Nunca antes el pánico atrapó a tantas personas a mi alrededor, en esta casa editorial, en el querido EL UNIVERSAL vivimos momentos aterradores.
La redacción de Deportes está en el cuarto piso de uno de los cuatro edificios que componen este majestuoso complejo editorial, en el rincón está mi oficina, en la cual en plena discusión con el editor de deportes, mi amigo entrañable Abraham Guerrero, planeábamos el día, informativamente hablando.
Y era entre risas, por la satisfacción que siempre tenemos por informar, pero sobre todo por la noche que nos esperaría, dos clásicos; sí, dos. Y en ese momento precisamente fue cuando vino el fuerte movimiento, el que siempre causa miedo e impotencia, porque como buenos citadinos estamos curtidos de sismos, pero nunca dejamos de apanicarnos.
Salimos; en la redacción la gente buscaba las rutas de evacuación como marcan los protocolos, pero el movimiento era más fuerte que cualquier intento de hacer las cosas con calma; caían archiveros, de hecho Abraham evitó que uno me cayera encima y me aventó a la sala de juntas, donde encontré a nuestro Subdirector Editorial, Carlos Benavides, quien me tranquilizaba ante la expresión y gestos de terror que vio en mí.
Supongo que escenas como ésta, que hoy me atrevo a contarles, se vivieron en muchos de los edificios de todas las ciudades afectadas por
este sismo.
Salimos del edificio y ahí fue cuando volvieron los recuerdos funestos; el alma se entristece al observar derrumbes, gente colapsada, pero sobre todo miedo, porque muchos no pudieron contar lo sucedido tras el terremoto de 7.1 grados. Otra vez la querida Ciudad de México de luto, otra vez otra tragedia. Siempre aquí, siempre.
Hay que reconocer, también, que los protocolos que se implementan para este tipo de situaciones han avanzado de manera en que hay una acción rápida y ordenada, eso es muy importante para evitar que haya más cosas qué lamentar, aunque siempre quedarán las cicatrices después de una sacudida como ésta. Les invito a que hagan caso a las recomendaciones de la autoridad y a la información que fluya en estas horas.
El deporte es lo menos importante en este momento, y por ello, la Liga MX tomó una correcta decisión al suspender los partidos por los octavos de final de la Copa, porque quién en su sano juicio puede pensar en un partido de futbol cuando vivimos un drama como éste. No es nuevo, pero siempre es doloroso, somos la generación de los sismos, la que no entiende por qué la naturaleza es tan injusta con nosotros.
También comenzaron las muestras de apoyo vía redes sociales de todos los personajes que están al pendiente de lo que sucede, aún cuando muchos de ellos no vivan en el país. Seguramente, se reforzarán las medidas para ayudar a los afectados por parte de los clubes, instituciones y deportistas en general; así como de la gente de a pie, como usted y yo, que estaremos atentos a lo que se necesite para ayudar.
Hoy se abre un nuevo capítulo en la historia de la Ciudad de México, Morelos, Puebla y de todos y cada uno de los afectados. Solidaridad, eso es lo que debemos mostrar, y ayudar, siempre ayudar al de junto, al que lo necesita de verdad. Las autoridades deben ser capaces de solventar a los necesitados que junto con la espectacular sociedad mexicana saldremos una vez más hacia adelante.
Momentos de reflexiones y de oraciones por toda la gente que necesita apoyo y por los que han perdido a algún ser querido. En estos momentos no hay cabida para el egoísmo, para las polémicas por un partido, nada de eso vale en estos momentos y hay que tirarlo a la basura para estar donde nos necesitan.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx