Con la llegada de los primeros locales de L´Occitane, Mont Blanc y Lacoste, la Manzana de Gómez se ha convertido en un fenómeno sociocultural desde que abrió hace pocas semanas y los cubanos se pasean azorados por sus corredores brillosos.
En el corazón de la capital de una nación fundada sobre ideales de igualdad social, el brazo comercial de las fuerzas armadas cubanas ha transformado una vieja galería comercial en un templo del capitalismo más conspicuo.
Adolescentes y jóvenes adultos posan para fotos que publicarán en Facebook frente a las vidrieras de los negocios, haciendo gestos de la victoria ante imágenes que repiten las que les envían sus familiares desde Miami, quienes posan frente a televisores de 50 pulgadas (127 centímetros) y convertibles de lujo.
La Manzana tiene cinco pisos y está cerca del Prado, el boulevard arbolado que divide el corazón del sector colonial de la ciudad. En los pisos superiores abrirá oficialmente en junio un hotel de cinco estrellas propiedad de la agencia turística de los militares, Gaviota, administrado por la cadena de lujo suiza Kempinski.