Los estragos del huracán Matthew son visibles a tan sólo 90 minutos al sur de Puerto Príncipe, donde el panorama cambia kilómetro tras kilómetro.
El huracán se encargó de destruir todo a su paso. En Petit-Goave el río destruyó uno de los puentes y a partir de Cavallion se puede ver la devastación en los árboles derrumbados, las casas y escuelas destrozadas (algunas sin techo) y los postes de luz destruidos que han dejado sin electricidad al 80% de la población de la región sur.
Además, la gente se enfrenta a la contaminación de agua y se multiplican los focos de infección, ambiente ideal para una epidemia.
Ante la desolación que vive el país caribeño, las autoridades reconocen que debido a los problemas por la escasez de alimentos en todo el territorio podría devenir una hambruna.
A consecuencia de Matthew en la región sur del país, toda la producción de arroz, cacao, café, plátano y otros alimentos fue destruida. Los grandes plantíos de plátano quedaron hechos añicos por las fuertes ráfagas del huracán.
Mientras tanto, la ayuda internacional llega a cuentagotas a Puerto Príncipe, la capital del país, y es repartida vía aérea y terrestre hasta el sur que es las más necesitada.
Sentado en una silla de plástico, Tavens cuida a su pequeña hermana, Hamson, diagnosticada con cólera, la enfermedad que agrava la situación en Haití tras el paso de "Matthew".
Su familia viajó seis horas para que la pequeña fuera atendida por un médico. Hamson casi no abre los ojos, luce pálida en el regazo de su hermano. Es el más reciente eslabón de calamidades para su familia desde el 3 de octubre, cuando el huracán azotó la isla y dejó cientos de muertos.
Las enfermeras contabilizan, tan sólo en este pequeño hospital regional, cinco casos diarios de personas infectadas que viajan desde los poblados costeros —la mayoría a más de seis horas de distancia en automóvil— y adonde la ayuda humanitaria no ha llegado.