De la mano del empresario francés Ernesto Pugibet, nace a finales del siglo XIX una de las más importantes cigarreras de la república mexicana: “El Buen Tono”.
Además del consumo nacional, sus productos eran exportados exitosamente a Europa y Estados Unidos, habiendo recibido en aquellos días los prestigiosos premios en dos concursos internacionales, el de la Exposición Universal de París y el de St. Louis Missouri.
El crecimiento de la empresa fue enorme, por lo que en 1904 inicia la ampliación y construcción de un magnífico edificio en las inmediaciones de la Plaza de San Juan y el antiguo mercado del mismo nombre. La construcción abarcó toda la manzana que entonces comprendió las antiguas calles de San Juan, San Antonio, Chiquihuiteras, Delicias y Misterios.
Pugibet fue un pionero en el mundo de la publicidad y halló novedosas formas de promocionarse y dar a conocer sus marcas de cigarros; desde los carros alegóricos en las famosas fiestas florales de la época Porfiriana hasta un dirigible que surcaba los cielos con su propaganda. Era costumbre que las principales divas del teatro anunciaran y recomendaran sus productos.
Pugibet construyó hogares para sus empleados y siempre creyó en la igualdad de condiciones laborales sin importar el género. El legado de esta famosa fábrica y el nombre de su dueño, continúan vigentes en varias de sus obras y algunas calles de la ciudad.