Prepárate bien, porque este día va a ser duro: esta mañana buscarás restos humanos en un cerro que Los Zetas usan como cementerio clandestino.
La única protección que tendrás son tres policías armados de una corporación local que los vecinos creen infiltrada por cárteles.
Tu viaje empieza en el centro de Monterrey con las madres y padres de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL).
Hoy, sus aliados son los padres y madres de desaparecidos en Coahuila que han fundado el Grupo VIDA, quienes enseñarán a los neoleoneses cómo encontrar rastros humanos en los cerros.
Viajarás en la camioneta de Julio Oliva, quien busca a su hija Karina, desaparecida desde enero de este año. Su auto es el último de una caravana de seis.
Después de una hora de anécdotas de terror, la caravana parará al pie de los cerros de La Huasteca, kilómetro 92 de la carretera, donde el letrero marca el arroyo seco San Francisco.
Este es el punto donde buscaremos, anunciarán los padres, porque aquí se hallaron los supuestos 116 huesos de Brenda Damaris, hija de Juana Solís, quien vino a buscar más restos de su hija.
También se ha elegido este lugar porque los chiveros y vaqueros de la zona confiaron a los activistas que por aquí pasan camionetas atiborradas de muchachos que luego bajan sin gente.
En la frontera norte, Nuevo León es el segundo estado con más desaparecidos, con 2 mil 203, sólo superado por los 5 mil 519 de Tamaulipas.