Un grupo de 20 a 25 personas, entre especialistas y trabajadores, laboran todos los días desde las 8 de la mañana a las 5 de la tarde en el diagnóstico de la escultura El Caballito, que hace tres años fue dañado con ácido nítrico.
En julio pasado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hizo oficial que se encargaría de recuperar el esplendor de la obra de Manuel Tolsá.
A un mes de iniciado el diagnóstico, con los estudios de metalografía y rayos X que han hecho hasta ahora, los especialistas tienen claro que recuperar la superficie de la pieza no será fácil.
El tratamiento de restauración que se le haga no será general porque tenemos comportamientos diferentes en toda la pieza”, señala a EL UNIVERSAL Liliana Giorguli, directora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural.
Y es que, según el proceso de mapeo intensivo al que se ha sometido la pieza, las manchas de escurrimiento, corrosión y suciedad están por todas partes, algunos más marcados que otros, indican los especialistas.
A simple vista, se alcanza a ver el color verduzco que provocó el ácido nítrico, especialmente en la parte superior y frontal de la escultura; en otras áreas, como la base, hay manchas rojizas, evidencia de las salpicaduras de corrosión que el ácido provocó.
En la parte trasera del caballo se ve incluso las cicatrices que dejó una cinta gafer que utilizaron y arrancaron de manera inadecuada provocando heridas en la piel de la pieza. "Tenemos una diferencia de colores muy drastica, todo es evidencia de las alteraciones", indican los especialistas.
El Caballito permance en terapia intensiva, en monitoreo constante de especialistas en diversas disciplinas, desde restauradores y químicos hasta geólogos y petrógrafos que atienden el pedestal que soporta sus más de nueve toneladas de peso.