.— Oaxaquillas es la otra cara del Acapulco turístico e internacional. Ubicada en la región de la laguna de Tres Palos, a tres horas del puerto en automóvil, en esta zona rural el huracán Otis también golpeó con fuerza y la destrucción dejó a la población con miedo, hambre, con cosechas perdidas y el olvido de casi todas las autoridades.

“Cada quien tuvo su espanto a su modo porque creímos que nuestras vidas se habían acabado ese día... pero es la naturaleza de Dios y con él no nos podemos pelear, estamos con vida”, dijo a EL UNIVERSAL la comisaria del pueblo de Oaxaquillas, Silva García González, quien expuso que todas las casas donde viven los 2 mil 778 habitantes, casi todos campesinos, quedaron destruidas, sin techos, con bardas caídas, aparatos dañados por la lluvia o la sobrecarga de electricidad de aquella noche del 24 de octubre.

En medio de una jornada de asistencia médica por parte de la Secretaría de Marina (Semar), cuyos agentes arribaron en helicópteros, destacó este apoyo ante el alza de enfermedades como diarrea, vómitos, calenturas y el agravamiento de otras por falta de medicinas y médicos.

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Habitantes de Oaxaquillas aseguran que la comunidad requiere alimentos para sobrevivir, así como apoyos al campo, debido a que las cosechas están destruidas. Foto: Iván Montaño | El Universal
Habitantes de Oaxaquillas aseguran que la comunidad requiere alimentos para sobrevivir, así como apoyos al campo, debido a que las cosechas están destruidas. Foto: Iván Montaño | El Universal

A tres semanas de Otis, dijo que el pueblo, dedicado al cultivo de maíz, frijol, jamaica y pasto para los hoteles y campos de golf de Acapulco, tiene grandes necesidades para su reconstrucción. Requiere alimentos para sobrevivir, así como apoyos al campo, debido a que las cosechas están destruidas.

“Me quedé sin nada. Las láminas de mi casa volaron, lo sentimos muy duro. Me tuve que refugiar en otra casa para salvarme. En mis 80 años de edad nunca viví algo así, el huracán Paulina duró una hora. Otis nos chingó durante tres horas, parecía una eternidad el infierno de viento y destrucción”, mencionó Leonardo Trinidad.

Cintya Evangelista, de 23 años, trabaja en una tienda del pueblo y señala que desde hace tres semanas la gente está sobreviviendo con las despensas que ha llevado la Marina, pero son insuficientes para toda la población: “Estamos comiendo una o dos veces al día y muy poco, porque las cosechas se perdieron y los que trabajaban en Acapulco se quedaron sin empleo”.

Doña Epifanía, de 76 años, quien recibió medicinas para la presión por parte de personal médico de la Semar, narró: “Una señora hasta murió por el miedo el día que pasó el huracán, creo que de un infarto... perdimos todas las cosechas de jamaica, frijol, el maíz está tendido, pudriéndose, Otis nos acabó el patrimonio y las despensas casi ni llegan hasta acá”.

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Oaxaquillas, rodeado por lagunas, ríos y cercano al mar, es un pueblo mayoritariamente de adultos mayores y niños. Los pequeños rodean y corren con sus perros, como si fuera fiesta, cuando los helicópteros de la Marina descienden.

Paulina y Manuel pegaron fuerte, pero este carajo de Otis torció árboles, palmeras, se chingó casi todos los techos”, dice Hipólito Evangelista, de 79 años y quien junto a su familia se dedica al cultivo de pasto que venden por metro a hoteles y residencias de Acapulco.

Pero Oaxaquillas no es la única zona rural con esa situación, también en poblados pesqueros están saliendo cientos de personas diariamente a las carreteras, como la autopista México-Acapulco, para pedir comida y agua con cartulinas.

“No tenemos comida y agua, hasta nuestros pueblos no llegan las despensas. No podemos pescar, los peces se ahuyentaron con el huracán o no sirven para comer. Aquí hay emergencia, aunque lo niegue el gobierno, no hay servicio médico”, dijo la señora Rodriga Ramírez, del pueblo de pescadores San Pedro de las Playas.

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Acompañada de una decena de vecinos que conforman el ejército de unas 500 personas que EL UNIVERSAL encontró en un tramo de cinco kilómetros, indicó que el huracán “nos pegó muy fuerte, nos andamos ahogando porque se salió el agua de la laguna. Estamos espantados y con sed y hambre”.

En algunas de las 24 comunidades que carecen de clínicas, que quedaron con caminos dañados por Otis y no han recibido apoyo de los gobiernos estatal y municipal, la Secretaría de Marina instrumentó brigadas de personal médico para la atención de enfermedades.

El capitán de fragata y helicopterista Luis Antonio Ruiz dijo que comunidades como Oaxaquillas quedaron incomunicadas, por lo que se busca dar atención médica con personal de salud naval. Añadió que son muchas las necesidades del sector rural, por lo que exhortó a seguir donando medicamento, despensas y otros artículos que están entregando en jornadas médicas.

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