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Ciudad Ixtepec, Oax.—La nostalgia por la comida, el sabor y la tierra son los elementos que llevan a los istmeños radicados fuera del estado a adquirir productos envasados, situación que aprovechó una familia zapoteca para emprender a través de las redes sociales y, con ello, afrontar la crisis.
Se trata de Típico, Alimentos tradicionales, una empresa que nació en un restaurante ubicado en Ciudad Ixtepec y, con la cual, Joel Luis ha logrado colocar sus productos fuera y dentro de la región, aprovechando el encierro que provocó la pandemia de coronavirus.
Joel Luis es un joven emprendedor que viene de una estirpe de cocineros tradicionales de esta comunidad.
Durante tres generaciones, desde su abuela, su familia se ha dedicado a la elaboración de comida tradicional, así que no fue extraño que él se inclinara por el oficio y el ramo restaurantero.
Redes sociales y tutoriales
Lo que hace llamativa a la propuesta de Joel es la forma tan fácil, económica y rápida en la que alguien puede acceder al sabor tradicional.
En menos de 10 minutos, el cliente, en la comodidad de su casa, tiene listo un pescado adobado con aderezo, una carne asada condimentada o un tepache frío. Todo esto se puede lograr si se siguen al pie de la letra los tutoriales que Joel sube a Facebook y que él mismo dirige.
“Con 40 pesos, el cliente tiene para darle el sabor tradicional a su platillo. Con ese precio, además, aprende a cocinar siguiendo los tutoriales que subimos a las redes sociales, ya que sin ser expertos pueden preparar un rico caldo usando el recaudo istmeño o un platillo de camarones con el aderezo tradicional. No tienen nada más que abrir el frasco y agregarlo a la carne, los mariscos y listo”, cuenta.
Se renuevan para no cerrar
La crisis que trajo el Covid-19 pegó fuertemente a la industria restaurantera y el local El Típico de Joel no fue la excepción.
Este lugar, que se ubica en lo que alguna vez fue una casa tradicional que se vino abajo con el sismo de 2017, cerró por varios meses su oferta de comida, pero en vez de despedir a sus ocho empleados, buscó una estrategia para mantener las fuentes de empleo y sobrevivir a la crisis.
Fue entonces cuando ideó seguir con la propuesta inicial de envasar y ofrecer la esencia de las comidas tradicionales, difundirlo a través de redes sociales y realizar envíos.
El joven, cuenta, aprovechó el encierro para ofrecer tutoriales de cocina con sus propios productos y fue tanto el éxito que tuvo, que comenzó a comercializar en la capital del estado, así como en el sur de Veracruz, donde radican muchos istmeños; en el centro del país y en las tienditas de la región.
“La verdad, la crisis nos llevó a esto, a proponer, porque no podía correr a los empleados, así que cerramos el restaurante, pero empezamos a envasar y a vender, sobre todo a los que yo llamo clientes nostálgicos, y de un producto ahora tenemos 20”, dice.
La estrategia ha funcionado y, pese a la crisis que se enfrenta, Joel mantiene a sus ocho empleados y ahora además tiene siete becarios que se capacitan en la elaboración de alimentos. “Creo que esta crisis nos llevó a proponer una alternativa”, afirma.
Oportunidad de mercado
Edwin Hernández es un joven pintor muralista, de Salina Cruz, especializado en dibujar flores tradicionales istmeñas, pero cuando la emergencia sanitaria llegó, tuvo que dejar el pincel y apostar a su negocio de emprendimiento, Curados biadxi, para tener ingresos económicos, puesto que la crisis sanitaria lo dejó sin una sola propuesta para realizar un mural, la decoración de espacios o fiestas.
Al igual que Joel, Edwin aprendió el oficio de elaborar dulces curtidos de su madre, saber que lo liga a su familia a través de la cocina tradicional.
Así que aún cuando los murales estaban en su auge durante el proceso de la reconstrucción tras el sismo, vio en los curtidos un nicho de mercado y apostó por crear su propia marca, misma que creció en los últimos meses.
Un año antes de la pandemia, con mucho esfuerzo, ahorró y almacenó todo el material que se utiliza para el curtido de frutas como el ciruelo, nanche, mango, alcohol y azúcar.
“Si no fuera por este emprendimiento yo no tendría ingresos, porque de la pintada me cancelaron todo”, detalla el joven.