Juchitán.— Para lavar la piel de ganado o cualquier bovino que se utiliza en la elaboración de calzado, los talabarteros realizan un proceso que dura una semana. Por ello, para reducir tiempo y desgaste,  una  joven zapoteca talabartera y estudiante de Ingeniería Electromecánica creó un prototipo de lavadora mecánica para pieles.

Milaidy Cabrera Martínez es alumna del quinto semestre del Instituto Tecnológico del Istmo (ITI), en Juchitán, y recientemente presentó su prototipo de lavadora en la Segunda Feria de Innovación y Desarrollo Tecnológico. La propuesta tecnológica  fue seleccionada por un jurado para participar en una feria estatal sobre innovación.

Esta joven de 22 años muestra a EL UNIVERSAL su prototipo en el taller de talabartería que montó en su cuarto. Con esta lavadora pretende convertirse en la primera artesana de huaraches en el Istmo de Tehuantepec en tener una  máquina de lavado de pieles.

Esto debido a que el proceso es 100% rústico y pesado, obligando  a muchos talabarteros a no realizarla, por lo que sus  piezas mantienen el mal olor de la piel.

Todo comenzó hace un par de años cuando se formalizó en el oficio y, para mejorar sus productos, visitó fábricas de zapatos y pieles en el estado de Guanajuato, fue ahí donde vio las grandes lavadoras de pieles, pero para uso industrial.

Con la información que obtuvo, Milaidy ideó crear el prototipo de una máquina de  tres metros de diámetro que pudiera soportar al menos tres pieles de ganado.

“Cuando visité las fábricas de calzado en Guanajuato  vi esas  máquinas para productos a gran escala y pensé que era necesario tener una pequeña que me ayudara a lavar las pieles que utilizo, una máquina que me auxiliara  a reducir horas y no implicara tanto esfuerzo físico”, dice.

Proceso desgastante

A los artesanos y Milaidy, quien es de las pocas mujeres que se dedican a este oficio exclusivamente de hombres  en Juchitán, les toma una semana el lavado de la piel curtida para quitar el mal olor, utilizando tambos, bastante agua y algunos químicos.

En este proceso, la piel que ya fue previamente curtida con la corteza del árbol de huamúchil durante un mes en las pilas —en algunos pueblos del Istmo, como Juchitán, se curte la piel de manera natural—, se coloca durante varios días en distintos tambos con químicos y aromatizantes hasta lograr erradicar el mal olor, después se seca y está listo para convertirse en huaraches o bolsas.

“Es muy pesado cargar la piel mojada de un tambo a otro durante una semana, por eso muchos huaracheros no le quitan el mal olor;  es agotador y se pierde tiempo. En cambio, con una máquina de lavado, el proceso sólo toma dos horas y el esfuerzo se concentra en el momento de meterlo y sacarlo de un tambor”, detalla la joven estudiante.

El prototipo está compuesto de un barril de madera con una base en donde está colocado un motor eléctrico con un engrane que se conecta a un eje que sostiene el barril. El prototipo fue elaborado durante tres meses de investigación.

El sueño de Milaidy es que en Juchitán los talabarteros tengan o renten la máquina para lavar las pieles, por lo que espera que haya alguna persona o empresa que quiera invertir en el prototipo. “Si nadie se anima, espero que yo lo logre concretar, sería la primera en su tipo en la región del Istmo”, comenta.

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