Más Información
En plena Navidad, asesinan a Francisco Bañuelos, subsecretario de ganadería en Zacatecas; Fiscalía investiga los hechos
Vía Facebook citan a familia para venderles un auto en oferta; banda roba y dispara a matar al padre
Llega Navidad para choferes y repartidores; publican en el DOF decreto para derecho a seguro médico, indemnización y utilidades
Esto es lo que sabemos sobre la huelga de trabajadores de Starbucks en EU; estas son las condiciones por las que luchan
Chilpancingo.- “Ya sabemos que regresaste, vimos tu nombre en el periódico”, dijo el hombre y después le soltó un golpe en el pecho a Leonardo Martínez Peralta, un reportero que hace unos meses regresó a Zihuatanejo, Guerrero, después de estar desplazado durante dos años y medios.
“Te andamos buscando para matarse”, remató el hombre, de unos 25 años, delgado, de un 1.70 de estatura.
Era la 1 de la tarde del viernes 4 de febrero, Leonardo regresaba a su carro después de recorrer el arroyo El Calechoso, a cinco minutos del centro de Zihuatanejo. Había entrevistado a pobladores sobre la contaminación del agua.
A la mitad del camino, vio que el hombre estaba debajo de un árbol, se le hizo sospechoso, sin embargo, siguió avanzando. Cuando lo tuvo casi de frente, el hombre lo paró. Fue directo:
“Mira hijo de tu puta madre, ya sabemos que ya regresaste, vimos tu nombre en el periódico. Te andamos buscando para matarte”, le soltó.
Leonardo sólo respondió: “¿por qué no lo han hecho?”.
El hombre le arrebató el botón de pánico que le asignó el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob) y se fue.
Leonardo cuando reaccionó se fue a su automóvil y llamó al 911. Llegaron unas seis patrullas, revisaron el lugar, montaron un retén pero no hallaron al hombre.
A Leonado el hombre se le hizo desconocido, pero después se dio cuenta que se lo había topado en distintos lugares desde hace tres días: afuera de su casa, en el centro, cuando andaba reporteando.
Los policías le recomendaron denunciar la agresión. Leonardo aceptó. En el Ministerio Público (MP) no lo atendieron, le dijeron que tenían mucho trabajo y que volviera a las 6 de la tarde. A esa hora regresó, pero ahora estaban comiendo. Esperó. Al final, logró denunciar hasta las 10 de la noche.
En su casa, escribió lo de la agresión y envió correos a Enrique Irazoque Palazuelos, el coordinador Ejecutivo Nacional del mecanismo; a Alfonso de la Rosa López, el jefe de la Unidad de Evaluación de Riesgos; a Jorge Ruíz del Ángel, de la Unidad de Reacción Inmediata y a su primer contacto, Columba Pérez Pacheco.
Hasta la tarde del lunes, ninguno de los cuatro lo habían contactado.
También notificó a la empresa RCU el robo y llamó al número de emergencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; lo atendió un visitador.
Los dos le dijeron que avisaron de su caso al mecanismo.
“El mecanismo tiene por lo menos tres notificaciones de lo que me pasó y nadie se ha comunicado”, lamenta el reportero.
Leonardo tiene dos hipótesis sobre la agresión que sufrió. Una: por la nota donde cuenta que los Bancos del Bienestar en algunos municipios de la Costa Grande están abandonados, la primera que le publicaban tras su retorno. Y dos: por la denuncia que presentó en 2019 por las amenazas de muerte que recibió de parte de una organización criminal y que lo obligó a huir.
“Les dije a los del mecanismo que en cuánto comenzará a escribir el riesgo iba aumentar”, recuerda.
El regreso
El 29 de abril del 2021, la Junta de Gobierno del mecanismo determinó que el nivel de riesgo Leonardo había disminuído y podía regresar a Zihuatanejo.
El reportero pidió una prórroga de seis meses, pero sólo le aceptaron cuatro, los últimos dos años y medio había vivido en una casa refugio en la Ciudad de México.
El analista del mecanismo, Alfonso de la Peña, le dijo que según su evaluación ya no corría riesgo.
“Yo le dije que en cuanto comience a escribir me van a buscar, porque hay una denuncia que yo puse en 2019 por las amenazas de muerte por parte del crimen organizado”, evoca.
El 31 de agosto, Leonardo retornó a Zihuatanejo, con el compromiso de que policías harían rondines cerca de su domicilio pero, dice, sólo una vez lo han hecho.
Otra de las medidas fue reforzar la protección de su casa: cerraduras y el perímetro. Eso se cumplió.
Otro acuerdo fue que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) lo iba ayudaría a conseguir un empleo
De la CEAV, dice, recibe un apoyo económico de 4 mil pesos mensuales, cantidad similar a sus padres.
En noviembre, comenzó a buscar trabajo pero nadie lo ha contratado. Ha visitado radios, diarios, portales y para Leonardo no hay nada.
“Mandé unas notas al ABC (un diario local) pero cerró sus oficinas en Zihuatanejo”, dice.
—¿Crees que no te contratan porque te consideran un riesgo?
—A veces siento que no me van a dar trabajo, eso me pone triste, me deprime. Los compañeros se alejan de mí por el riesgo. La verdad estoy pensando que si no encuentro trabajo en algún medio me iré a trabajar de otra cosa, es difícil trabajar de gratis para los periódicos.
El Despertar de la Costa le dio la oportunidad de publicar pero sin pago y notas que no estén relacionadas con la delincuencia organizada.
“Hace unos días le mandé mi primera nota. Era de los Bancos del Bienestar, me la publicaron con mi firma”.
La huída
En febrero del 2019, Leonardo salió huyendo de Zihuatanejo. Trabajaba para el diario ABC, cubría la fuente policiaca.
Meses antes, le mandaron un mensaje por WhatsApp desde un número desconocido avisando de un asesinato. Le dieron detalles, la dirección y le pidieron que les mandara fotos. Leonardo hizo caso al mensaje y acudió al lugar: ahí estaba el muerto.
Siguieron los avisos, pero recuerda perfecto dos. Un sábado, en su descanso, le llegó un mensaje, pero decidió no responder. A los pocos minutos le enviaron otro acompañado por fotografías de los asesinados: “Ya te estoy haciendo tu pinche trabajo”. Y otro más con amenazas.
El último fue en febrero del 2019, le avisaron de dos decapitados. No le pidieron fotos, sólo que cubriera la nota.
“Lo que hice fue hablarle a mi jefe inmediato. Le pregunté si se iba a publicar. Me dijo: hazla y luego veremos si se publica o no”.
Más tarde, su jefe le marcó: “me dice que le hablaron del Cártel Jalisco Nueva Generación pidiéndole que la publicara pero que también Los Viagra que si lo publicaba iba a tener consecuencias”.
No sabían qué hacer, hablaron con los del diario El Despertar de la Costa, se pusieron de acuerdo y lo publicaron.
La noche siguiente, hombres armados rafagueron las instalaciones de El Despertar de la Costa.
“Esa vez yo no firmé la nota porque ya me habían amenazado: me iban a matar y a cortar la cabeza. Esa vez huimos tres, los tres estamos en el mecanismo”.
No quiero ser un muerto más
—¿No tienes miedo de que se publique esto? Puede aumentar el riesgo.
—No, porque si sigo con miedo, eso no me va salvar. Quiero que se publique porque el mecanismo no está haciendo su trabajo, ellos saben que tengo riesgos. Con lo que me pasó el viernes tengo un riesgo muy grande, ya me avisaron que saben que estoy aquí. A mi me preocupa que el mecanismo no haga nada.
“Siento que no quieren más trabajo, tener a un periodista refugiado es un gasto, creo que por cada uno son 70 mil pesos al mes. Lo que están haciendo es regresar a muchos a sus lugares de origen sin hacer las evaluaciones correctas. A mi me dijeron que vinieron a Zihuatanejo, pero yo no creo, porque donde vivo se esconden hombres del crimen y eso no lo vieron, no evaluaron eso.
“Lo denuncio porque no quiero ser un muerto más, porque a los periodistas que han matado, como los de este año, eran reporteros que tenían riesgo y no hicieron nada por ellos”.