Juchitán.— El día que murió Aníbal Cuauhtémoc Mendoza Orozco había ido al centro de Juchitán y en su trayecto volvió a ver la dimensión de los daños que 24 días antes había dejado el terremoto que el 7 de septiembre de 2017 devastó a esta ciudad zapoteca.
Esa tarde saludó a una de sus primas en el parque, el cual se encontraba cubierto de comerciantes que se quedaron sin mercado, y llegó muy triste al campamento que fue instalado en la calle donde pernoctaba con toda su familia desde que perdió su casa. Dijo que estaba muy adolorido. Luego, se infartó.
A siete años de la muerte de Aníbal, su esposa Faustina Ruiz Carrasco está convencida que el padre de sus cuatro hijos “murió de tristeza”, que en zapoteco se nombra como Xilase, por la depresión que enfrentaba, luego de que el sismo de 8.2 grados en la escala de Richter destruyó en segundos la vivienda que construyeron con el esfuerzo de cinco años.
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Ese 7 de septiembre de 2017, a las 23:49 horas se registró el terremoto que se sintió en el sur y centro del país. Dos días después del sismo, se habían registrado 482 réplicas. En total, y de acuerdo con cifras oficiales, el sismo causó la muerte de 99 personas: 79 en Oaxaca, 16 en Chiapas y cuatro en Tabasco.
En las semanas posteriores al terremoto la frase en zapoteco: “Xilase biti laabe” inundó las conversaciones entre las familias que aún dormían en las calles o en los patios, bajo sábanas o impermeables de vivos tonos que con el paso de los días perdieron su colorido.
A los casi cien muertos que dejó la tragedia en el Istmo de Tehuantepec había que comenzar a sumar a aquellos que murieron de tristeza al ver devastada su ciudad y su vida misma como la conocían.
El terremoto provocó la demolición de más de 15 mil viviendas, causó la muerte de poco más de 36 personas sólo en Juchitán y dejó sin aulas a miles de escolares de todos los niveles educativos.
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En Juchitán no se han cerrado las heridas, dice el investigador zapoteco Tomás Chiñas Santiago. “Persiste el dolor, la tristeza, pero como nuestra raza zapoteca es fuerte, se aleja de esos símbolos de la depresión bailando en las fiestas, pero el dolor está ahí. No se va”.
El también cronista afirma que Aníbal Mendoza no fue la única persona que murió de tristeza en Juchitán. “Después del terremoto, conocí varios casos de fallecimientos a causa del Xilase”, explica Chiñas, quien se ha dedicado a documentar con textos y fotografía la historia juchiteca, y está convencido que las heridas de muerte que el terremoto dejó en la ciudad terminaron por menguar la vida de sus habitantes.
El médico Margarito Aquino señala que la medicina reconoce al padecimiento de Xilase, y su tratamiento consiste en la administración de antidepresivos y con ayuda siquiátrica, porque las personas con tristeza o depresión pierden las ganas de vivir.
El terremoto y la posterior reconstrucción, explica el investigador Tomás Chiñas, cambió el rostro urbano y la arquitectura tradicional de Juchitán. Hoy hay menos viviendas de tejavana, y hay más casas de pequeños departamentos. “Las casas de antes, altas, espaciosas, con amplios corredores, de ladrillos y tejas, fueron construidas por los juchitecos en función de las altas temperaturas que tenemos en la zona que van hasta los 44 grados, pero estas casitas que se construyeron ahora, acumulan más calor”, detalla.
Entre el terremoto de 2017 y la pandemia de Covid-19, el comercio juchiteco y la ciudad sigue con una lenta agonía. Cientos de unidades económicas no pudieron recuperarse desde el sismo.
Los dueños de los comercios no eran propietarios de los locales para reconstruirlos y el gobierno le negó la ayuda, tanto a los comerciantes, como a los dueños de los edificios. Sólo hubo apoyos de 120 mil pesos para la reconstrucción de viviendas, no para negocios.
Actualmente, cerca de 300 comerciantes aún expenden sus productos en las calles del centro de la ciudad. Ellos vendían bajo el Palacio Municipal y el edificio conocido como Portal de los Símbolos Patrios, que todavía siguen en reconstrucción y no puede albergarlos hasta ahora. “En Juchitán persiste el duelo, pero los zapotecos tenemos la fortaleza para levantarnos y salir avante. No es una frase más. Es un concepto de vida”, señala Chiñas Santiago, en la víspera del séptimo aniversario del sismo.