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Los fuertes vientos del huracán Willa comenzaron a disminuir a medida que avanzaba tierra adentro en las primeras horas del miércoles, luego de que dejó cortes de energía eléctrica y derribó postes y árboles , pero no hubo muertos o heridos, dijo un funcionario.
Willa
impactó el martes por la noche como una tormenta de categoría 3 cerca de la localidad de Isla del Bosque , al sur del popular centro turístico de Mazatlán , en el noroccidental estado de Sinaloa , con vientos máximos sostenidos de 195 kilómetros por hora (kph).
El ciclón descargó lluvias torrenciales en ciudades costeras donde miles de personas se habían trasladado a un lugar seguro.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (CNH) dijo el martes en la noche que un rápido debilitamiento debería comenzar pronto, mientras el ojo de la tormenta avanzaba hacia el estado de Durango .
" Saldo blanco sin afectaciones mayores, la población se refugió a tiempo y ese es el resultado", dijo a Reuters el coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente.
Willa fue uno de los huracanes más poderosos que ha impactado en la costa occidental de México en los últimos años. El lunes alcanzó categoría 5 , con vientos máximos sostenidos de unos 260 kilómetros por hora (kph), antes de debilitarse.
"¡Ay caramba!, qué fuerte estaba", declaró por teléfono José García, de 60 años, residente de Escuinapa, un municipio cerca de donde impactó la tormenta y que presentaba cortes de energía eléctrica. "La gente andaba muy alarmada", agregó.
García dijo que él y otras personas se habían resguardado en un hotel local esperando que la tormenta pasara, mientras escuchaban los fuertes vientos que golpeaban edificios a medida que avanzaba el ciclón.
Una portavoz de la policía dijo que el ciclón había derribado árboles, lámparas, postes y paredes.
La tormenta no golpeó con fuerza en el centro histórico de la ciudad de Mazatlán, que estaba casi desierto antes de su llegada.
"Mi casita es de lámina, madera y cartón, y me da miedo de que se me vaya a caer encima, dijo Rosa María Carrillo, de 36 años, en un refugio con sus cinco hijos, de entre 8 y 15 años.