Cochoapa el Grande.— La comunidad de está refundida en un recodo de la Montaña en este municipio, tan alejada que acá no llega nada. Nada. Aquí, los habitantes nunca han visto un centímetro de camino asfaltado y la luz eléctrica y el agua entubada son promesas permanentemente incumplidas. No hay centros de salud ni mucho menos medicamentos. Al médico lo vieron por última vez hace un año.

En esta pandemia, la localidad de Lázaro Cárdenas es una de esas ironías perversas: la marginación la ha mantenido lejos del Covid-19.

Son las 9:00 de la mañana, Guadalupe Apolinar Ramírez carga en los brazos a su nieta.

Dice que tiene “como” 60 años; no tiene la certeza porque cuando nació no la registraron, lo hizo hasta que se vio obligada a tramitar su acta de nacimiento. Sin embargo, aparenta más edad... de cualquier forma, entra sin problemas en el grupo más vulnerable de la pandemia y, por lo tanto, para ser vacunada contra el Covid-19.

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El problema es que Guadalupe no sabe que en Tlapa, a unas cuatro horas, están aplicando las primeras 8 mil dosis para adultos mayores de ese municipio.

Tampoco se enteró de que el gobierno federal habilitó una plataforma para que los adultos mayores se inscribieran para recibir la vacuna.

Guadalupe señala que no sabe si creer o no en el Covid. Ha escuchado que gente está muriendo por el virus y también ha oído que es un invento.

Vivir sin luz, sin médicos... y sin Covid
Vivir sin luz, sin médicos... y sin Covid

Por ahora tampoco ha habido casos de Covid-19. Ninguno de sus 90 pobladores se ha infectado. Y eso es bueno, porque de lo contrario podría ser fatal.

En el pueblo hay un cuarto de cuatro por cuatro metros cuadrados, el cual es conocido como Centro de Salud y ha estado cerrado desde hace un año.

El médico más cercano lo tienen a tres horas, en Metlatonoc, pero ahí asisten sólo durante emergencias, porque costear esa ida es imposible: una camioneta que los lleve les cobra, de ida y vuelta, 2 mil pesos.

El hospital que atiende a pacientes Covid está en Tlapa, donde hay 15 camas y seis respiradores para los más de 400 mil pobladores de la región.

Pero en Lázaro Cárdenas tampoco tienen muchas herramientas para evitar la llegada del Covid-19. De entrada son casas diminutas, cinco por seis metros, donde habitan hasta cinco personas. En el caso de Guadalupe, ella vive con su esposo, su hijo, su nuera y su nieta. En estas situaciones, el hacinamiento impide la sana distancia.

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Lavarse las manos es casi imposible, pues no cuentan con agua en las llaves, tienen que acarrear y la prioridad es preparar la comida.

Lázaro Cárdenas pertenecía a Metlatonoc, pero se separó con otras decenas de comunidades y desde hace 15 años conforman Cochoapa el Grande. En ese tiempo les han realizado sólo dos obras: un aula de primaria y un comedor comunitario, que funge como la comisaría.

Desde siempre se han dedicado al campo y a la elaboración de sombreros de palma.