León.— La reapertura de los panteones públicos y privados, que durante un año cerraron sus puertas al público, provocó largas filas de cientos de personas que visitaron las tumbas de sus seres queridos.

Graciela Avilés llegó al panteón de San Nicolás con sus hijos, nietos y bisnietos en tres taxis desde Santa Rosa Plan de Ayala “con un gusto”, dijo, de volver al sepulcro de su hijo Carlos, a quien antes de la crisis visitaba dos o tres veces por mes.

Carlos murió hace dos años. “Me lo atropellaron”, comentó la madre. “Ya quería que dejaran entrar porque tengo un año que no vengo a visitarlo”, expresó en la fila del cementerio, donde esperó cerca de tres horas.

Graciela, de 60 años de edad, compró tres arreglos florales. “Cuando vengo, a la vez me da mucho gusto y después me voy muy triste, porque perder un hijo es lo más triste por lo que puede pasar una madre”, compartió.

“Le vamos a rezar todos, a cantar, tantas cosas que tiene que decir una madre”, dijo mientras sus lágrimas corrían bajo un cubrebocas azul.

La Dirección de Salud municipal determinó abrir los panteones para el acceso de todo el público a partir del 19 de abril, de manera controlada.

Un guardia de seguridad privada abría la puerta cada media hora. Permitía el ingreso de 50 a 100 personas durante 30 minutos, mientras salían otras.

Una bendición volver al panteón

María de Jesús Carranza salió del panteón con sus dos hermanas, con los ojos enrojecidos.

“Fue una bendición”, expresó sin contener el llanto. Su madre, dijo, murió hace ocho meses a causa de la diabetes y la despidieron en un sepelio muy breve, al que permitieron el acceso de sólo 20 personas.

En 25 minutos que estuvieron en el panteón “le lavamos la gaveta, la adornamos, le rezamos, le cantamos. Nos vamos muy tristes y con alegría de haber estado con ella, aunque no la tenemos físicamente, la llevamos en el corazón”, expresó.

María de Jesús, de la comunidad San Pedro del Monte, dijo que en la familia estaban con ansia de entrar para orar en la tumba de su mamá, Macaria Negrete. “Es una tristeza muy grande, una pena muy grande, [perder] una madre duele mucho, muchísimo”.

Después de mediodía, Marcos Martínez se formó en la fila de más de 200 personas, con un arreglo de flores amarillas para su esposa, quien falleció en junio del año pasado. “Estoy emocionado, representa mucho para la familia que ya vamos a poder venir a visitarla”, dijo.

El día que la sepultaron no la pudieron despedir como la familia hubiera querido, lamentó.

Volvieron a vender flores

La disposición oficial favoreció la venta de arreglos florales, por lo que comerciantes abrieron sus locales o colocaron sus puestos cerca del panteón.

Alicia Estrada comentó que el 30 de abril de hace un año dejó de vender flores artificiales y naturales porque no había clientela, pero “gracias a Dios” ya volvió la actividad. Este día las ventas estuvieron “más o menos, pero lo bueno es que volvemos a empezar”, celebró.

El movimiento en los panteones atrajo a hombres con escaleras, para prestarlas a los visitantes a cambio de “una gratificación”, así como a vendedores de aguas y paletas de hielo.

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