Santa María del Oro.— En la última semana se disparó el número de familias de Jalisco desplazadas hacia Michoacán por la violencia, principalmente del municipio de Santa María del Oro.

A su paso, los criminales señalados como miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) siembran explosivos (minas), que a diario cobran la vida de animales de engorda que fueron el sustento de decenas de familias de esa región jalisciense y que tuvieron que dejar atrás en la huida.

“En 5 minutos se vació el pueblo”

Jesús es uno de los de los dos únicos habitantes que quedan en Los Plátanos, localidad del municipio de Santa María del Oro. Narra cómo fue el exilio de esa comunidad, ubicada en la transición de la Tierra Caliente a la denominada tierra fría.

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La localidad de Los Plátanos está sola y eso genera dolor entre los dos habitantes que quedan. La mayoría de las viviendas fueron abandonadas por el temor de la gente. Foto: Carlos Arrieta | El Universal
La localidad de Los Plátanos está sola y eso genera dolor entre los dos habitantes que quedan. La mayoría de las viviendas fueron abandonadas por el temor de la gente. Foto: Carlos Arrieta | El Universal

El hombre camina solo alrededor del kiosko de la plaza principal de la localidad, ubicada a no más de 40 kilómetros de los límites entre Jalisco y Michoacán.

Tiene 78 años de edad y recuerda que nunca habían vivido una situación como la que hoy ha hecho que las familias huyan. Él tuvo que sacar a su esposa y a su nieto.

“Es un terrorismo lo que estamos viviendo. Se escuchan muchas explosiones y balaceras. La gente ya se está saliendo y está dejando los ranchos, porque ya no podemos vivir. Ahora que están los ataques aquí, quedamos sólo dos personas”, relata.

“Anoche que se oía el estrago, todas las personas se salieron. Ya no hay familias, porque toda la gente tiene miedo. Arrancan y se van para Los Reyes [Michoacán]”, narra.

Relata que todas las familias se fueron de Los Plátanos cuando fueron avisados por otros lugareños que el CJNG ya estaba a dos kilómetros de su comunidad.

“Nomás se oía la salidera y como en cinco o seis minutos se quedó el rancho solo, y cada vez son más las familias de las localidades de Jalisco que se van a refugiar a Michoacán, porque tienen miedo de que los maten”, asegura don Jesús.

Explica que lo ocurrido en estos últimos días es un reflejo de lo que han padecido con mayor frecuencia y violencia de noviembre del año pasado a la fecha.

“Nosotros vivíamos tranquilos. Todos aquí estábamos muy a gusto. Teníamos nuestros animalitos y salíamos para donde quiera, donde quiera nos quedábamos, y ahorita ya no puede ni salir la gente a trabajar. Ya no se puede vivir”, dice.

“Este año ha sido peor y ya no nos dejan vivir. Imagínese lo que es perder en unos minutos lo que tiene uno aquí construido de tantos años. Ahí las mujeres iban llorando porque iban a perder todo, pero qué se le va a hacer. Los niños también iban llorando; unos arrancaron para la barranca, y como no se sintieron seguros, mejor que se van”, detalla.

La localidad de Los Plátanos está sola y eso genera dolor en don Jesús, que voltea una y otra vez a su alrededor y lo único que hay son viviendas abandonadas, animales sueltos y vehículos estacionados.

La ranchería se convirtió en un sitio de silencio. Ya no hay gritos ni la corredera de los niños al jugar; tampoco se escucha el golpeteo de las cazuelas con las mujeres que preparan la comida ni el gritar de los hombres al arriar al ganado.

“Como le digo: todos soltaron sus vacas y sus gallinas por miedo a que se les mueran aquí, y ahí ve usted a los animalitos sueltos y abandonados”, dice, don Jesús, quien recrimina al gobierno estatal que los haya abandonado.

“Pedimos el apoyo del gobierno del estado [de Jalisco], pero no llega. Ahí hay gobierno, pero no sale a patrullar, no nada. Muchos nos escondemos; otros arrancaron para Los Reyes [Michoacán]”, expone.

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Lo único que hay son animales sueltos, una vez que fueron liberados para que no mueran de hambre. Foto: Carlos Arrieta | El Universal
Lo único que hay son animales sueltos, una vez que fueron liberados para que no mueran de hambre. Foto: Carlos Arrieta | El Universal

Más de 600 familias desplazadas

Así como Los Plátanos, Zipoco ya se quedó solo; Carrizos, Los Panales, Petacala y otras rancherías, igual, ya son pueblos fantasma.

“Ya hay pura gente armada en esos lugares. La gente ya no sabe qué hacer; dejan todo para salvarse. Ojalá que el Ejército nos ayudara y que vean cómo estamos aquí. Es un terrorismo el que estamos viviendo. La verdad ya no hayamos ni para dónde correr. Ya ni íbamos a trabajar por el miedo que tiene la gente”, reitera Jesús.

A unos metros están reunidos algunos representantes comunales de al menos 10 localidades de las que, aseguran, se apoderó el CJNG.

Estiman que del miércoles pasado a la fecha han huido de sus poblaciones cerca de 600 familias que se fueron para Michoacán.

Piden que el Ejército Mexicano ponga al menos un par de bases militares en las comunidades de Las Pilas, así como en Los Plátanos y que se reactive la de Zipoco.

Llegan familias a Michoacán

Autoridades del ayuntamiento de Tocumbo, Michoacán, confirmaron que a diario llegan decenas de familias, principalmente mujeres, niños y adultos mayores.

Señalaron que las familias desplazadas están dispersas en localidades y que prefieren mantenerse con bajo perfil, por su seguridad.

Agregaron que madres y padres de familia, así como algunos jóvenes, han sido ayudados con espacios laborales en los jornales de berries y otras actividades productivas de la región.

La violencia

EL UNIVERSAL recorrió la zona y atestiguó la manera en la que el CJNG ataca localidades y la situación de violencia en la región.

Los campos y caminos minados por el CJNG derrumban la esperanza de los lugareños de regresar pronto a sus viviendas, las cuales ya son habitadas por gente armada.

La base militar que a inicios de este año había instalado el Ejército mexicano en la localidad de Zipoco ya está casi desmantelada.

No hay un solo convoy militar o de seguridad estatal que frene el avance de las células delictivas.

Apoyados por ganaderos, los habitantes de las localidades afectadas se han organizado desde inicios de año y son quienes repelen a distancia las ofensivas del cártel.

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“A nuestras familias las tuvimos que sacar y no hay un solo gobierno que nos ayude, por eso tuvimos que decidir si morir peleando o vivir arrodillados bajo las órdenes de los criminales”, dice Ramón Reyes, un ganadero de la zona.

Al respecto, la coordinación estratégica de seguridad de Jalisco dijo a EL UNIVERSAL que el gobierno estatal “no cuenta con ningún reporte que hable de población civil desplazada en el municipio de Santa María del Oro”.

“Recordamos que desde 2022, a raíz de un recrudecimiento de hechos violentos en la región, la presencia de efectivos del Ejército, Guardia Nacional y Policía Estatal se ha mantenido de forma permanente, logrando controlar la incidencia que se presentaba y lográndose una gran cantidad de detenciones de generadores de violencia que impactaron esa franja limítrofe con el estado de Michoacán”, insistió. Con información de Raúl Torres.

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