Tehuantepec.— Con profunda tristeza y sentimientos encontrados Luisa Rebeca Garza López, defensora de los derechos de la comunidad de mujeres trans originaria de Veracruz y quien lleva 10 años de trabajo comunitario en Oaxaca, lamentó el violento inicio de 2024 para la comunidad trans en México, que registró en las primeras dos semanas de este año al menos tres asesinatos violentos que, de acuerdo con la activista, pintan un nuevo escenario de criminalización.

Estas noticias llegaron en un momento donde celebraba la constitución de la asociación civil Queer trans. Comentó que tuvo un sentimiento agridulce, porque cuando la comunidad trans consideraba que después de años de lucha habían logrado un espacio de resistencia contra estos crímenes y una evolución para lograr en el país mecanismos horizontales de participación de grupos vulnerables vieron en las noticias estos asesinatos.

“Es terrible y poco alentador el asesinato de Samantha, una activista con trayectoria, o Paola o Xiomara, lamentamos siempre la criminalización y la violencia contra la comunidad LGBTIQ+ que hacen además las autoridades, que reducen los ataques y demuestran en las tribunas una profunda ignorancia y avivan el odio contra nosotras”.

Garza López indicó que ante el escenario, la comunidad ha decidido protestar, pero piensa que es momento de sentar precedentes para las próximas generaciones. “Las que estamos somos sobrevivientes en un país que ocupa el segundo lugar mundial de agresión a la comunidad trans, 305 hechos violentos motivados por el odio de 2019 a 2022, asesinatos, desapariciones y atentados a la vida, según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBTI+ en México y la impunidad en todos”, puntualiza.

La activista recordó que, unas horas antes de que le magistrade Jesús Ociel Baena fuera asesinado en su domicilio en Aguascalientes, habló con elle a través de mensajes, intercambiaron saludos y guiños a un futuro que parecía compartido; ambas eran personas representantes de una generación que lucha todavía por que sus derechos como integrantes de la diversidad sexual sean reconocidos. Un futuro que no llegaría para los dos, porque la violencia y el odio segaron la vida de Ociel cuando su carrera dentro del sistema electoral mexicano iba en ascenso y se había convertido en la primera persona no binaria en América Latina en acceder a puestos como el que ostentaba: magistrade del Tribunal Electoral de su estado.

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Muchas violencias

La activista dice que es una mujer migrante. Ha estado ligada a la comunalidad a través de su paso por la Mixteca y una vida comunitaria en Acatlán de Osorio, municipio poblano en la frontera con Oaxaca. Es veracruzana, mixteca e istmeña por una cultura familiar que heredó. Es por eso por lo que admira las luchas de resistencia oaxaqueña y las considera una vanguardia nacional en cuanto a leyes como la identidad de género, el derecho al aborto y el matrimonio igualitario.

Esos temas siempre han sido su motor y recuerda, por ejemplo, que su tesis se centró en los derechos trans, enfocada en trabajar las epistemologías que no son consideradas válidas por quienes difunden contenidos y prejuicios hacia ellas.

“La lucha trans no surgió en la academia, surgió en la calle, por eso yo decidí documentar las violencias y especializarme en temas electorales, en los derechos políticos que nos siguen negando con mucha violencia y discriminación”, declara.

Rebeca fue parte del desaparecido Instituto Federal Electoral (IFE) y en 2012 organizó elecciones en Baja California en medio de amenazas de muerte. La violencia que sufrió entonces, recuerda, puso en riesgo su salud física y mental, a lo que se sumó que al interior del órgano electoral recibió hostigamiento y acoso laboral, a tal grado que renunció y logró en tribunales vincular a sus agresores a un proceso sancionador, al que lamentablemente el INE acabó por dar carpetazo.

En Oaxaca, Luisa Rebeca ha encontrado espacios con menos discriminación. Cree que se debe a que es un estado donde históricamente existe la diversidad lingüística y cultural. Las luchas que ahora emprende en el estado, afirma, la han llevado a identificar que el gobierno y las instituciones no quieren tocar el tema de diversidad sexual en los pueblos indígenas.

“En Oaxaca se reportan cifras de discriminación bajas comparadas con estados del norte o el centro que son engañosas, pero hay personas que no sabemos si están siendo violentadas, porque el estado sólo administra el problema, no quiere tocar la dinámica interna de las comunidades, porque cree que sería contaminar su identidad propia como si en las poblaciones indígenas la experiencia de la diversidad sexual no existiera”, comenta.

“Transicioné en 2006. Mi acta de nacimiento me llevó cuatro años, mi pasaporte dos años, mi título cuatro años, y tres años más buscando que el órgano electoral hiciera justicia al poder interno. Al igual que Ociel, las mujeres trans aspiramos a una vida normal, no a una vida despolitizada, pero sí a poder disfrutar de las cosas simples. Yo como mujer trans no quiero judicializar mi vida para poder habitarla”, culmina Luisa Rebeca, quien es fundadora de QuereTrans y está convencida de que su comunidad no debería ser silenciada nunca más.

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