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Ciudad Victoria, Tamaulipas.- “Me descubrí un pequeño bulto en el seno izquierdo, me realicé un ultrasonido donde pude ver una bolita”, recuerda la doctora Blanca Yolanda Flores Garza , aquel momento en el año 2009, cuando comenzó su lucha contra el cáncer de mama.
Ella tenía 46 años de edad, le hicieron biopsia y le fue corroborado el diagnóstico con mamografía.
La doctora de la unidad de rayos X del Hospital General de Zona con Medicina Familiar (HGZ/MF) No.1 de Ciudad Victoria , comparte su experiencia.
En el año 2009 recibió el diagnóstico y cuando creyó que lo había superado, el cáncer resurgió nuevamente en el 2013 en la mama derecha.
“Tengo 58 años y sufrí cáncer de mama, en el 2009 me extirparon la primera mama y en el 2013 la segunda, el diagnostico me tomó por sorpresa”, narra.
Le practicaron dos mastectomías con vaciamiento axilar, pasó por quimio y radiación, debió tomar tamoxifeno por cinco años.
El día de hoy ha derrotado al cáncer de mama y pese a que su historia es un ejemplo de vida, ella señala que desea que se le reconozca como una mujer que, a partir de una herida, decidió realizar una evolución de sí misma, y deja en claro que ser mujer no radica en el esteticismo del cuerpo, sino radica en el corazón y en el cerebro”.
“El cáncer de mama es una enfermedad agresiva, que me afectó física y psicológicamente en gran medida por las consecuencias estéticas y por la incertidumbre ante la posible eventualidad de recaídas y temor a la muerte hacen que sea difícil mantener una actitud positiva y esperanzadora, pero afortunadamente mi familia y amigos conformaron un punto significativo entre el rompimiento de la sintomatología y calidad de vida”, dice Flores Garza.
Pero su fuerza de voluntad, persistencia y amor por la vida han logrado que salga adelante: “Hoy soy muy feliz, con mi familia y en mi trabajo, el llanto ya lo deje atrás, puedo contar mi historia que significa que ya superé esté problema, veo otra oportunidad de vivir, para servir a mis pacientes, para llevar mi testimonio a quien le pueda servir para crear conciencia de que una simple revisión y mastografía a tiempo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”.
Y añade: “Cambié y aprendí bastante, estoy muy agradecida con mi familia IMSS que me arroparon y no me dejaron sola, siempre me brindaron los tratamientos, posiblemente sea extraño, pero incluso agradezco a mi enfermedad, y no me refiero a que reniego de lo que ya no tengo, fue difícil y duro, pero fueron mucho más las enseñanzas que me dejó a lo que me quitó”.