Estados

Vecinos los veían; a nadie les interesaban

La fiscalía busca vincular a proceso a tres adultos hallados con los menores

Los menores, originarios de Chiapas, vivían en una vecindad de la colonia Lázaro Cárdenas de Tepic, de donde salían desde las cinco de la mañana para trabajar como payasitos en cruceros de la capital y volvían a las ocho de la noche. (ESPECIAL)
29/07/2018 |01:12Raúl Torres / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Tepic.— Todos saben de ellos, pero nadie los reconoce, hoy en el 110 de la calle Alberto Braniff, en la colonia Lázaro Cárdenas de Tepic, nadie abre la puerta, pero los que viven alrededor saben que de ahí, el martes pasado por la noche, las autoridades rescataron a ocho niños que presuntamente eran explotados laboralmente.

“Ahí entra y sale mucha gente, es una pensión, les rentan cuartos por día, semana o como van necesitando… qué raro que nadie le abra, siempre hay gente y ahí está el encargado, es un muchacho… tal vez lo llamaron a declarar, les han estado pidiendo a los que viven ahí que vayan, por lo de los niños”, comenta una mujer que conoce el caso y dice que vio a los pequeños, pero que no podría indicar cuántos ni cómo eran.

A simple vista, la vecindad de donde fueron rescatados los menores originarios de Chiapas parece una modesta casa de dos pisos, por un agujero en la puerta —adaptado para meter la mano y abrir por dentro— se mira un largo pasillo de tierra y ocho puertas del lado izquierdo; al fondo, en unas escaleras hacia la azotea, unas niñas juegan, pero nadie abre y fue cerrada con llave.

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“Nosotros aquí abrimos muy temprano, nunca vi salir a tantos niños juntos, entran y salen niños y adultos, es gente que viene de otras partes y tiene poco dinero, viven ahí un tiempo y se van, entran y salen”, señala un hombre que trabaja en la bodega contigua.

Además de presenciar el aparatoso operativo de rescate, los vecinos de la cuadra saben lo que las autoridades han declarado a la prensa: son ocho menores de entre cinco y 17 años, llegaron de Chiapas con tres adultos, pero presuntamente tenían autorización de sus padres para trabajar en Tepic durante el verano; los pintaban de payasitos o hacían malabares en cruceros de la ciudad para pedir dinero, de las cinco de la mañana a las ocho de la noche; les exigían una cuota diaria de 200 pesos y se podían quedar con 50; que ya se busca a los familiares para aclarar la situación.

Hoy la fiscalía del estado busca vincular a proceso a los tres adultos que se encontraban con los menores, también son originarios de Chiapas y se les acusa de trata de personas; el fiscal Petronilo Díaz ha revelado que tras entrevistar a los niños se ha comprobado que no estaban privados de la libertad, que no sufrían maltrato físico ni sicológico, que no estaban mal alimentados pero vivían en condiciones insalubres.

Los únicos indicios sólidos para acreditar el delito de trata parecen ser la cuota que les exigían y las largas jornadas; el fiscal asegura que hay más elementos, pero por el sigilo de la investigación no se han revelado.

Un caso complejo. “Mire, para como están las cosas de jodidas, yo creo que en los ranchos y los pueblos de la Sierra si alguien sabe que otro se lleva a sus hijos a trabajar y pedir dinero, pues le dice: ‘Ten, lleva también a los míos’, considera un taxista que hace sitio afuera de una tienda departamental, en uno de los cruceros en que los niños pedían dinero.

Dice que los vio pero no logra describirlos; “ahora, si los que los cuidaban tenían permiso de los papás, a lo mejor la libran, ¿no?”, remata.

Frente a la estación de bomberos, un joven migrante que limpia vidrios dice haberlos visto hace días, pero nunca habló con ellos.

Por su parte, el fiscal del estado explica que tres de los niños son hermanos, que el resto no se conoce entre sí, que para hablar con ellos se requirió de un intérprete tzotzil, que fueron esquivos y pícaros durante la entrevista que les realizó el Ministerio Público.

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