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Tuxpan.— El sol cae a plomo, 32 grados calientan la tierra y levantan el polvo, mucho polvo que apenas ha dejado de ser el lodo que arrastró el río San Pedro cuando su crecida, provocada por el huracán Willa, rompió el bordo e inundó más de la mitad de la cabecera municipal; han pasado 19 días desde entonces y la ayuda es insuficiente.
“Es que aquí nadie ha venido… ¿El gobierno? Ni se han asomado, después de la inundación se arrimaron hasta la otra cuadra y teníamos que caminar con el agua arriba de las rodillas para ir por alguna despensa, pero luego nada… yo he llorado mucho”, dice María, una mujer de la tercera edad que junto con Silvia reposan bajo la sombra de un almendro en la colonia Zapata, donde el agua superó los dos metros.
Frente a donde ambas se ocultan del sol, un joven prepara una mezcla de agua y cal para rociarla en las paredes de El Milagro, la pequeña tienda de abarrotes de Silvia.
Una camioneta que jala un remolque con varias hieleras se detiene ante las mujeres, “¿ya comieron?, traemos pollos asados”, dice Miguel Arce desde el volante; él y otros habitantes de El Puente, un poblado cercano, se han organizado para traer algo de comida para la gente de Tuxpan: “Los parientes de Estados Unidos nos mandan que 50 o 100 dólares y ya que se junta algo compramos y traemos”, dice el hombre que lleva al menos una decena de viajes acarreando comida.
Francisco Galeano es habitante de San Blas, desde que se pudo entrar a Tuxpan tras la inundación, ha ido y venido cinco ocasiones para traer ropa y despensas: “La verdad, yo no s oy de ningún partido, pero lo que veo es que el gobierno estatal no puede, que el gobierno federal no le está entrando y que es la misma gente la que está ayudando… nosotros vivimos algo similar en 2002, esto es devolver un poco de la ayuda que recibimos”.