Apatzingán.— La más reciente oleada de ataques criminales en el municipio de Tepalcatepec dejó, en tres días, un saldo de siete muertos y tres lesionados; cinco de las víctimas fueron asesinadas a tiros y decapitadas.
Luego, los ataques se trasladaron a la ranchería de Plaza Vieja, donde un estudiante y otro joven perdieron la vida.
La mamá de Juan José, Genoveva Cervantes Cortés, en entrevista con EL UNIVERSAL, cuenta que el joven tenía la ilusión de ser soldado o enfermero y que debido a la pandemia de Covid-19 no pudo iniciar sus clases en el CBTA, pero no quiso quedarse con los brazos cruzados ante los ataques armados.
Chelito, como era conocido Juan José, cambió en ese momento el material escolar por un arma, pues decía que no quería ver a su familia asesinada, según cuenta su madre.
El pasado 18 de septiembre, en uno de los ataques a las barricadas de los comunitarios, el estudiante y otro joven murieron.
Un sobreviviente a ese ataque relató que ese día, en uno de los puntos de vigilancia, los comunitarios ya habían sido rodeados por el grupo armado.
Durante el choque a tiros, se vieron rebasados, por lo que se retiraron, pero una bala alcanzó la pierna de Juan José.
“Sin embargo, volteó y, lesionado, levantó el arma y nos gritó que nos fuéramos, que él nos iba a cubrir. ‘¡Váyanse, yo los cubro!’, nos gritó de nuevo”, narra.
El compañero de Juan José relata que lo vio caer y se acercó para llevárselo, pero que el joven ya había muerto de un disparo en la cara. Reconoció que fue frustrante no poder llevarse los cuerpos de sus amigos y compañeros de barricada, pero que ya nada pudieron hacer.
“No estaba, me fui con mi hija porque se iba a aliviar. Cuando me hablan es para darme la noticia de que me lo mataron. No sé dónde está”, lamenta Genoveva. La madre no deja de recordar lo que viven a diario los habitantes: “Mucha violencia. Estás en el rancho esperando a qué hora te cae una bala, una bomba, y no puedes dormir, porque no sabes qué va a pasar contigo o si te van a matar un niño.
“Era un rancho tranquilo y desde que se empezaron a escuchar los balazos y a oír todo aquel desmadre, ya no teníamos a dónde correr con los niños”, dice.
Piden por la paz
Algunos habitantes, encabezados por el sacerdote y activista Gregorio López Gerónimo, se concentraron en la plaza principal de Apatzingán para pedir cese al fuego y que se restablezca la paz en los puntos de Tierra Caliente azotados por la violencia.
En el marco del Día Mundial de la Paz, el padre Goyo convocó a autoridades y al crimen organizado a sentarse a dialogar y llegar a acuerdos.
El religioso reveló que mientras eso sucede la mesa de seguridad determinó buscar un mecanismo para alimentar a los habitantes de los pueblos encallados en la zona de guerra, pues ese es otro de los problemas.
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