Tijuana.— En menos de cinco años se perderá la mitad de las hectáreas destinadas para cultivo en Valle de Guadalupe, de acuerdo con un estudio realizado en 2017 por el Instituto Municipal de Investigación y Planeación de Ensenada. Los desarrollos inmobiliarios, a través de bares, cantinas y eventos masivos, no sólo han robado la tierra a los habitantes, sino la esencia del que es su hogar.
El estudio detalla que se trata de 5 mil 445 hectáreas identificadas en 2017, de las cuales se estima que, de continuar con los desarrollos fuera de la actividad agrícola, en 2037 no habría nada más para cultivar.
Dentro del Valle de Guadalupe sus residentes mantienen y extrañan las noches tranquilas que eran cubiertas por el silencio y que, antes de la llegada de comercios de giro nocturno, sólo eran alcanzadas por el ruido del mismo viento o de los animales que todavía se mezclan entre el paisaje.
Durante los últimos dos años, el plan de desarrollo urbano en esa zona abandonó la vocación agrícola del área para priorizar lo turístico, con la entrega de permisos para la construcción de hoteles, fraccionamientos y también negocios de consumo de alcohol, los cuales han significado un atractivo para turistas.
“No hay un control. No sólo mi vida, sino la de los que vivimos aquí cambia porque llegamos a un sitio con una visión distinta que ahora quieren convertir, hay más violencia, accidentes, no están cambiando necesariamente para mejorar”, explicó.
Hace una semana fue cancelado un concierto del artista Christian Nodal, el cual se llevaría a cabo el 24 de septiembre en Valle de Guadalupe, Ensenada. La empresa promotora del evento y el mismo alcalde Armando Ayala explicaron que la causa fue porque no se contaba con los permisos de uso de suelo.
Esta sería la segunda ocasión que un evento de este tipo es cancelado. En octubre del año pasado, el mismo cantante se presentaría en Valle de Guadalupe, pero se detectó que en el predio elegido para el concierto hubo remoción y desmonte de vegetación con maquinaria pesada, con el que los habitantes estuvieron en desacuerdo.
Rescatando el Valle
Con el crecimiento voraz de los proyectos inmobiliarios y de alto impacto en la región vitivinícola emergió el movimiento Rescatemos el Valle, conformado por vitivinicultores, académicos y habitantes que defienden la vocación agrícola y la biodiversidad.
“La lucha por mantener su esencia no es algo nuevo”, explicó Badan, quien preserva el legado de su familia a través de la producción agrícola.
El presidente del comisariado del ejido El Porvenir, Rafael Romo Pereida, coincidió en la defensa del valle, pero con un movimiento que también tome en cuenta la opinión del pueblo y que, dijo, no ha sido tomado en cuenta para el desarrollo del área, ni se le ha cubierto con las necesidades básicas: el agua.
“Nadie nos ha consultado, y para nosotros el agua debe ser un bien que llegue primero a quien lo necesita. Tampoco estamos de acuerdo con los desarrollos y estos negocios, éramos un pueblo tranquilo que ahora se ha visto afectado, pero no sólo por estas empresas, sino también porque el agua no se distribuye”, lamentó.
La principal preocupación para Víctor Segura, socio de la empresa vitivinícola Las Nubes, es que el valor de la tierra no sea factible. En un corto tiempo, explicó, los precios se dispararon porque terrenos que hace un tiempo podrían costar 10 mil dólares, ahora tienen un costo de hasta 130 mil.
Mientras que el movimiento Rescatemos el Valle se mantiene y los ejidatarios piden la atención de las autoridades en el pueblo, el paisaje rural de Valle de Guadalupe se mantiene, pero con la intervención de empresas inmobiliarias que avanzan en el desmonte y corte de los cerros que abrazan esa región.
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