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Saltillo.— “Ahí me la salvan, cuídenla”, alcanzó a decir Marco Tulio Perdomo Guzmán, el migrante hondureño que fue asesinado en Saltillo después de recibir un segundo disparo presuntamente de policías de la Fiscalía General de Coahuila cuando él, su hija Nataly, de ocho años, y otro grupo de migrantes escapaban de las fuerzas policiacas.
En la colonia 5 de Mayo, a unos metros de las vías del tren, un vecino que escuchó los disparos señala el lugar donde se desplomó Marco después de que le abrieron fuego la tarde del pasado miércoles. “Ahí quedó un sueño americano”, dice el vecino y apunta al sitio donde el migrante hondureño permaneció tendido.
En el lugar se aprecia un rastro de sangre entre pequeñas ramas. Cerca hay un alambre de púas por donde, según han relatado testigos, Marco ayudó a que cruzaran.
“Ya los venían taloneando”, dice el mismo vecino. Un grupo de migrantes huía de la policía de Coahuila, quienes según el fiscal Gerardo Márquez Guevara, en una segunda versión, declaró que los elementos realizaban un operativo para dar con narcomenudistas.
Los migrantes corrieron cuando a Marco le dieron un primer disparo, cerca de un arroyo. Unos metros después recibió otro balazo, cerca del alambre de púas, el muro que ya no pudo cruzar el hondureño. “Yo escuché tres disparos, el sonido de un arma larga”, relata un vecino de la colonia.
En un comunicado, el gobierno de Coahuila informó que la Fiscalía General del Estado inició una carpeta de investigación para deslindar responsabilidades. Hasta ahora las indagatorias giran en torno a seis elementos de la Agencia de Investigación Criminal, dependiente de la FGE, que llevaban a cabo el supuesto operativo.
Marco y su hija, según confirmó la cancillería hondureña, eran de Santa Rosa de Aguán, una comunidad extremadamente pobre en el norte de Honduras, poblado que en 1998 fue azotado por el huracán Mitch. Su sueño era reencontrarse con su esposa en Estados Unidos.
Nelson, un migrante hondureño, platica que lo conoció en Tenosique. “Traía muchos sueños. Era buena persona, sin vicios”.
Franklin Pinot, migrante hondureño de 20 años que ayuda en la cocina de la casa, cuenta que el papá trataba excelente a la hija.
Marco Tulio y su hija Nataly llegaron al albergue en Saltillo alrededor de las 11:00 horas del martes. De acuerdo con José Luis Manzo, coordinador de atención humanitaria de la Casa del Migrante, salieron después de las cinco de la tarde con una mujer de El Salvador y su bebé.
Marco Tulio y su hija pernoctaron en las vías del tren ese martes. Por la tarde había unas 60 personas esperando el tren, cuando según relatos de testigos, llegaron vehículos no identificados, cuyos ocupantes mandaron llamar a los migrantes.
“Deciden retirarse y empiezan a perseguirlos. Es lo que mencionan testigos y vecinos”, cuenta José Luis Manzo. “Iban encapuchados, todos de negro, con armas largas”, relata un testigo migrante.En la persecución, presuntamente agentes de la fiscalía de Coahuila abrieron fuego contra Marco Tulio, matando así el sueño de él y de su hija de llegar a Estados Unidos.
Aceleran retorno. Alberto Xicoténcatl, director de la Casa del Migrante de Saltillo, calificó como un “acto criminal” lo hecho por elementos de la fiscalía.
Informó que el cuerpo del hondureño sigue en el Semefo y que es el consulado hondureño el que está gestionando el momento de la repatriación, así como el retorno de la niña a su país.
A una consulta de EL UNIVERSAL, la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras informó que la agencia consular hondureña en Saltillo “comenzó los trámites para darle seguimiento al caso para la recuperación del cuerpo [del padre] y posterior repatriación. De igual forma realiza los trámites para el retorno de la menor hija del fallecido, de nombre Nataly Perdomo”.
La menor sigue a disposición de la Procuraduría para los Niños, Niñas y Familia y, de acuerdo con el director de la Casa del Migrante en Saltillo, hay una tía ya interesada en recibirla y cuidarla.
A decir de Alberto Xicoténcatl, a pesar del regreso de la menor a Honduras y de la muerte de Marco Tulio, una vez finalizadas las indagatorias, representarán lo que son, víctimas del estado, y deberán estar sujetas a una compensación y reparación del daño. “Si todavía hay justicia, lo menos que se espera será una indemnización económica”, comentó el director de la Casa del Migrante.
Perdomo y su hija ingresaron a México en una fecha sin precisar como migrantes irregulares, con la intención de llegar a Estados Unidos. La cancillería hondureña informó que el agente consular de ese país en Saltillo atiende el caso. El gobierno hondureño está esperando que el agente mande el informe. “Cuando una persona es muerta en la ruta [migrante] tarda un mes más o menos la repatriación [del cadáver], y en caso de que se tenga que indagar su muerte, como en éste, puede tardar”. Con información de José Meléndez