María de la Luz Zúñiga se inscribió en la licenciatura de Artes de la , con el deseo de aprender y capacitarse. Con más de una década como profesora de primaria, vio en la apertura de una sede en Tlaxiaco, en la Mixteca de Oaxaca, una oportunidad para mejorar su desempeño y, también, brindar una mejor educación artística a sus estudiantes.

Representaba una buena opción no sólo para ella, sino también para cientos de alumnos que no pudieron realizar sus estudios universitarios por falta de recursos económicos.

Luego se enteró de que la sede carece de una clave de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que le dé validez a sus estudios y que algunos maestros no cuentan con título ni cédula profesional, uno de los requisitos de la UBBJ para ser parte de la plantilla de profesores.

Este tipo de problemas no son únicos de la universidad en Tlaxiaco; otras sedes reportan despidos injustificados de profesores, falta de una programación o malla curricular y errores en los horarios de clase. En otras escuelas, como en la de la delegación Cuauhtémoc, donde la universidad que había se cambió para ser parte de las UBBJ, los egresados no han podido titularse y carecen de alguna documentación que acredite que estudiaron una carrera profesional.

Universidades con un futuro incierto
Universidades con un futuro incierto

A diferencia del resto de planteles públicos, en estas universidades todos los servicios son gratuitos: ni trámites de ingreso ni cursos tienen costo, según el gobierno federal.

En el caso de Tlaxiaco, explica, dos colectivos impulsaban cada uno la creación de una universidad de música y otra de arte. Cuando el Presidente visitó el municipio, les dijo que no podía crear dos, por lo que finalmente en la misma sede se impartirían ambas disciplinas.

“Las clases presenciales empezaron el 12 de abril de 2021. Cuando presentan a los docentes, nos damos cuenta de que nos estaban impartiendo puras clases de música. Varios compañeros preguntaron y les dijeron que ahí no iba a haber artes y que ‘si querían estar, o de lo contrario se salieran’”, relata.

Lo anterior, pese a que en el listado oficial de carreras que se imparten en cada sede el nombre de la licenciatura en la universidad de Tlaxiaco incluye a ambas, aunque no se puede consultar el plan de estudios.

Universidades con un futuro incierto
Universidades con un futuro incierto

Esta irregularidad sorprendió a la gran mayoría de los alumnos, que provenían de diversas comunidades de la región mixteca de Oaxaca. Aceptaron quedarse con la esperanza de que en los siguientes ciclos escolares se añadieran las asignaturas sobre su profesión.

Pero no fueron las únicas irregularidades. Los horarios de las clases se cruzaban y los alumnos debían decidir a cuál ingresar.

A los estudiantes que no tenían ningún conocimiento de música se les impuso como instrumento el piano. Las evaluaciones no eran concretas; nunca recibieron las calificaciones de sus exámenes y la comunicación con la autoridad universitaria se reducía a WhatsApp.

También siguió la represión. Fernando Espinosa Vargas fue suspendido por preguntar sobre los recursos para la construcción de la sede en Tlaxiaco, que por ahora funciona en la Casa de la Cultura y ni siquiera ha hecho público si tiene clave.

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A ello, denuncian alumnos, se sumaron burlas, agresiones verbales, humillaciones, discriminación y exclusión de parte del profesor Alejandro Zamora Ortiz —quien no cuenta con cédula profesional ni título— hacia algunos de los estudiantes.

Finalmente, 38 de los 97 alumnos fueron dados de baja sin explicación, porque no se les dio acceso a sus expedientes.

“La coordinadora manda listas de alumnos que van a recursar, que aprobaron o reprobaron, pero en ninguna aparecía mi nombre ni el de otros compañeros. Yo pregunté y la respuesta que recibí fue que fui dada de baja por no tener el nivel”, afirma María de la Luz.

Luego le dijeron que era porque no asistía a clases —lo cual niega, pues tiene pruebas para acreditar su asistencia— y, finalmente, que fue porque no había aprobado el propedéutico.

A los estudiantes que fueron dados de baja se les negó la reinscripción, por lo que 16 de ellos se ampararon y el juez Primero de Distrito de Oaxaca ordenó a las autoridades de la universidad que se les permita, pero aún están en espera de ello.

EL UNIVERSAL buscó a las autoridades de Bienestar en Oaxaca y en la sede de Tlaxiaco, pero no hubo respuesta.

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