Ha transcurrido más de una semana desde que el fenómeno meteorológico “Otis”, uno de los más destructivos en la historia de Guerrero, tocó tierras acapulqueñas, trayendo consigo una ola de catástrofe para todos los habitantes, así como su patrimonio.
EL UNIVERSAL sobrevoló la zona del puerto de Acapulco en un helicóptero Panther de la Secretaría de Marina (SEMAR), y dio cuenta de cómo luce el área a una semana del paso del huracán "Otis", además, pudo captar la magnitud del desastre que hasta el momento ha cobrado la vida de 48 personas.
El contraste en estas imágenes es significativo en la memoria tanto de habitantes como de quienes recuerdan haber vacacionado en las playas de Acapulco tras el paso de este huracán categoría 5, la máxima de la escala Saffir-Simpson. Y el ciclón con más poder que ha golpeado la tierra desde el Océano Pacífico.
De la gran mayoría de hoteles que se encuentran en la costa, sólo se mantienen sus estructuras, blancas y enormes; por dentro, lucen destrozados, vacíos e inhabitables: contrario a la vida que solían albergar. No es para menos, pues, a su llegada, “Otis” golpeó con vientos sostenidos de 270 km/h.
Y sin embargo, en medio de la desgracia, dos hombres con un palo dentro de una alberca, en una casa edificada en la punta de un peñasco, se encuentran en la labor de lo que se adivina como una tarea de limpieza.
Una grúa plantada en medio de una mar de escombros, sobre todo de embarcaciones, pone en marcha los motores.
Así como aquellos hombres en la alberca, unas cuantas personas más ponen manos a la obra.
Pese a la magnitud del desastre, Acapulco parece despertar de la incomprensión que causó la noche entre el 24 de octubre pasado, cuando "Otis", de manera inesperada, mostró el poderío y la capacidad de un fenómeno natural, y en la que la vida de sus pobladores dio un giro de 180 grados de la noche a la mañana.
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