Mérida.— Con un hijo recién nacido y desempleada, Leticia Jiménez Ramos tuvo que enfrentar la pandemia del Covid-19, la cual la puso a prueba y la obligó a explotar su creatividad y comenzar su emprendimiento en la elaboración de jabones, cremas, aceites y perfumes naturistas, llamada Piñuela.
“No tuve de otra, me quedé sin trabajo [en un hospital regional de alta especialidad] y a punto de dar a luz, se me informó que había recorte de personal. Entonces, era necesario buscar de dónde, no podía sentarme a esperar; había que buscarle”, cuenta Leticia en entrevista con EL UNIVERSAL.
Al crear Piñuela no sólo se benefició ella sino que también ha ayudado a muchas mujeres. “Durante mi camino de emprendimiento tuve la oportunidad de ser tallerista en un refugio de mujeres víctimas de violencia. Escuchar las historias que se repetían una y otra vez era realmente desgarrador, porque son ellas las que deben huir junto con sus hijos, dejando todo lo que conocen como vida atrás: familia, amigos, hogar, pero sobre todo identidad”, relata Leticia.
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“Debo confesar que escuchar esto fue motivador y es justo donde decido actuar, creando oportunidades laborales para las mujeres después de su vida en el refugio: pagos justos, tratos dignos y horarios flexibles, de acuerdo con sus maternidades”, explica.
Por eso, una de las tareas más importantes que realiza la empresa Piñuela es el apoyo que da a las mujeres víctimas de violencia a quienes les ofrece una opción temporal de trabajo para que puedan continuar su camino.
Durante seis meses, que es el tiempo que dura este tipo de programas de apoyo, las mujeres viven en un espacio seguro que las aleja de la situación de violencia extrema y aprenden a elaborar productos cosméticos de manera artesanal con ingredientes naturales y así lograr su independencia económica.
Este tipo de formación es de gran ayuda para las mujeres que forman parte de los programas o en refugios, pues generalmente al salir se encuentran solas, sin trabajo y sin familia, intentando sobrevivir con lo poco que tienen.
Con esta visión, en Piñuela contratan a mujeres beneficiarias de los programas públicos y les ofrecen no sólo la oportunidad de generar ingresos a partir de la elaboración de productos de cuidado personal y belleza, también les brindan las herramientas necesarias para fomentar su crecimiento y desarrollo profesional en lo que se estabilizan emocional y económicamente.
Hoy Piñuela, bajo el liderazgo de Leticia, ha apoyado a 65 mujeres a vivir una vida libre de violencia, ha posicionado su marca y ha ampliado su mercado en alianza con grandes empresas. Lo que sin duda sumará a seguir apoyando a más mujeres en Yucatán.
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Su emprendimiento cuenta con varios premios y reconocimientos, uno de ellos, otorgado por la Fundación alemana Frederich Naumen, por su labor dentro del emprendimiento social y el apoyo que brinda a las mujeres víctimas de la violencia.
Otro reconocimiento fue hecho por el programa Emergente de Fomento Social Citibanamex, como el emprendimiento ganador de la competencia Road To Innovate.
Todas juntas
Leticia actualmente está casada con Víctor Sánchez Ojeda y tiene un pequeño hijo. Ella y su cuñada Selene Sánchez Ojeda formaron el grupo de apoyo social Piñuela. Explica que el nombre se debe en honor a una fruta típica de Yucatán que crece en racimos.
“Las piñuelas son un fruto endémico del estado de Yucatán que crecen en la tierra, pero tienen una particularidad y es que cuando son cosechadas, todas alcanzan el mismo tamaño. En Piñuela, es justo lo que hacemos: aquí crecemos todas juntas. Todas juntitas, siempre estaremos así, esa fue la idea”, comenta en alusión a la alianza que tienen con las mujeres del refugio y que ahora son sus colaboradoras.
Leticia revela que su negocio actualmente emplea en forma directa a 25 mujeres del refugio en Mérida y a otras 150 que ya no están en ese lugar, pero que son representantes de ventas de Piñuela.
La emprendedora recuerda que ha colaborado en talleres en apoyo a mujeres que han sufrido humillaciones y vejaciones de su pareja y que han tenido que huir para cuidar de sí y de sus hijos.
Según Jiménez Ramos, a nivel nacional se reportan 339 mil casos de violencia y en Yucatán son de 11 a 15 mil casos los registrados, aunque se sospecha que hay de 10 a 12 mil casos más que nunca se denuncian o se conocen.
“Yucatán es una de las entidades con mayores problemas de violencia intrafamiliar y de afectación hacia las mujeres. En muchos casos creen que el maltrato y la vejación se la merecen y la aceptan calladamente; eso es terrible y muy grave”, lamenta.
Por eso, para Leticia, el trabajo que ofrece es una forma de ayudarles; es darles un empleo porque la mayoría de las mujeres que regresan al escenario de la violencia es por la dependencia económica y la necesidad de proporcionar el sustento diario para los hijos.
“El grave problema de la violencia hacia las mujeres es porque no tienen medios económicos para salir adelante, sin empleo y con hijos que mantener suele ocurrir que muchas mujeres vuelven a caer en manos de su violentador”, afirma.
Éxitos con Piñuela
Amante de la naturaleza y la herbolaria, Leticia Jiménez Ramos, a sus 30 años de edad, se ha convertido en toda una empresaria que cuenta con 14 puntos de venta en línea de sus productos artesanales, pero además logró ser proveedora de un hotel Resorts en Cancún, Quintana Roo, y de la agencia internacional BMW de automóviles que obsequia jabones elaborados en Yucatán y con su propia marca.
“Actualmente contamos con 16 puntos de venta en el estado; cuatro en el interior de la República y uno en California. Somos orgullosas proveedoras del Hotel Palace Resort en Cancún y Jamaica. Trabajamos con Tequila Patrón, Tequila Cazadores, Grupo Lincont, Fundación ADO, Mobility ADO y Herencia Viva.
“Contamos con una certificación UNESCO que nos avala como producto artesanal. Somos marca registrada y poseemos el distintivo Hecho en Yucatán”, asegura.
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Por si fuera poco, recientemente fueron seleccionadas por la cadena de streaming más grande del mundo, Netflix, para poder visibilizar un poco del trabajo detrás de Piñuela en una serie que pretende ver la luz en 2024.
Leticia y su cuñada Selene presumen que empezaron de la nada a producir los jabones y en simultáneo a dar los talleres a mujeres víctimas de la violencia, además de que elaboran y producen jabones, velas aromáticas y otros productos naturistas especiales para niños que se hacen en figuras de dinosaurio y de panditas.
Su mercado lo han diversificado con cremas para el cutis y las manos, aceites relajantes y pinturas de sabor para los labios y confían en que Piñuela siga en ascenso conquistando otros mercados internacionales.