Guanajuato.— En los Centros de Asistencia Social (CAS) del estado, 150 niños y niñas esperan con emoción ser acogidos en familias temporales; todos ellos fueron rescatados por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de hogares que los violentaban de diversas formas, sobre todo con golpes o maltrato emocional.
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Son menores de siete, ocho, nueve y 10 años a cargo de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (PPNNA) del estado; 70% son niños y 30% niñas.
Todos están en procesos legales que les permitirán volver con sus propias familias o de ser adoptados por otras personas; mientras eso ocurre, el DIF les busca “personas amorosas” que les abran las puertas de sus hogares.
Este mes de abril, el DIF intensificó el programa Familias Temporales, y ha aprobado 10 certificados de idoneidad, es decir, un documento que permite validar que las personas o familias tienen habilidades parentales, pero hasta ahora ningún menor ha salido de los CAS.
María Teresa Palomino Ramos, titular de la PPNNA, señaló que los niños, niñas y adolescentes están contentos con la posibilidad de que puedan ir con una familia por un periodo breve, que podía ir de un fin de semana a dos años.
Dijo que para esas infancias que son lastimadas, como sociedad pareciera que es un castigo estar en un lugar como éste (centros de asistencia). No es lo mismo estar en un CAS que con una familia, en donde puedan ir diario al parque, a jugar con los amigos o a la iglesia.
Se requieren familias temporales con “muchas ganas de darle amor y cuidado a una persona que por alguna razón sufrió un daño desde la separación de su familia y viene de un pasado doloroso”, acotó la procuradora.
La funcionaria planteó que es tema de conciencia social en el que hay que recordarle a la sociedad que todos tenemos la posibilidad de darles cariño, apoyo, ayuda. En este caso de acompañar a esos menores a tener un desarrollo integral adecuado. En ellos ejercieron un daño sus familiares directos o familia extensa o ajena y pasan por un proceso de duelo, de dolor y de angustia.
La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) documentó que en 2021 más de 2 mil 200 personas de cero a 17 años fueron atendidas en hospitales de Guanajuato por violencia familiar, 377 del mismo rango de edad por violencia sexual.
El director general del DIF, Gerardo Trujillo Flores, explicó que con el programa Familias Temporales se busca brindar cuidados alternativos para las niñas, niños o adolescentes, mientras se resuelve si son reintegrados con sus familias de origen o son adoptados.
“Se abren las posibilidades de que tengan una casa que les permita seguir teniendo su desarrollo integral y pleno”, dijo.
La familia temporal es por un periodo de una semana y hasta dos años. Esa posibilidad la puede brindar una persona soltera o casada de 25 a 65 años de edad, o una familia que pasa por un proceso de certificación, y que si reúnen el perfil obtienen un certificado de idoneidad.
Ese documento garantiza que se tienen las habilidades parentales; para ello, las personas interesadas se tienen que someter a valoraciones sicológicas, de trabajo social y jurídico que determinan si obtienen o no el certificado. Se cuida que no se pudiera repetir la vulneración de derechos.
La certificación se expide en un plazo de 45 días, y procede dar la guarda y custodia de una niña, niño, adolescente a la familia temporal, mientras se resuelve su situación jurídica.
En el programa pueden entrar familias temporales de cualquier lugar del país, aunque se busca que sean preferentemente de Guanajuato. Los interesados se pueden contactar en las redes del DIF y de la PPNNA.
De acuerdo con las autoridades, una familia por temporalidad no podrá realizar el proceso para adoptar a un niño, sólo es para que le dé acompañamiento en tanto se define su situación legal, que le permitirá ser adoptado o bien volver con su familia de origen.
La familia temporal no desaparece, se convierte en una red de apoyo. “No desaparecen estos vínculos, pueden seguir teniendo comunicación, contacto”, dijo el director general del DIF.
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Para los niños de ocho a 10 años es complicado que los pidan como hijos, porque las parejas se inclinan por los pequeños de cero a seis años de edad, y de preferencia bebés, de acuerdo con los procesos de solicitudes y certificados de idoneidad que lleva a cabo el DIF estatal.
“Los niños pierden la oportunidad de ser adoptados en 90% al cumplir los 10 años; ya de 10 años es poco probable que una familia quiera tenerlos”, señaló.
El destino para aquellos que no son adoptados es permanecer en los CAS hasta que cumplen los 18 años; a los 12 años se trabaja con ellos en sus habilidades para que puedan llegar a tener un oficio o una carrera.
“Vamos tejiendo con ellos este crecimiento y este desarrollo integral para que, en la mayoría de edad, cuando tengan que salir del centro, tengan las habilidades necesarias para salir adelante”, dijo Palomino Ramos.
Por eso, agregó, la invitación a las familias, “apóyennos, abran las puertas de su corazón y las puertas de su casa a las niñas, niños y adolescentes que rebasan los siete u ocho años”.
La historia de Carito
Cerca de cuatro años, María maltrató a su bebé con nalgadas y pellizcos hasta que doña Cuca, su mamá, acudió al Ministerio Público a pedir apoyo para su nieta.
Personal de Salud y trabajo social encontró el síndrome de la niña maltratada en la pequeña y una vez realizados los trámites se la llevaron a un albergue del Sistema DIF.
Desde que tenía meses de nacida, Carito, “como le decían de cariño”, pasó momentos muy tristes, su madre se desesperaba con su llanto y le gritaba; un día le plantó una cuchara caliente cerca de la boca porque la encontró jugando a fumar con una hoja que enrolló en forma de cigarro.
“Ese día me dolió en el alma, la niña se desmorecía de dolor; tenía la marca de la cuchara en la cara y otra quemadura en su mano derecha”, dice la abuela, quien pide omitir su nombre real y recuerda que lloró junto con la menor mientras le daba consuelo.
Le reclamó a su hija María quien molesta le respondió que era por el bien de la niña, para que no lo volviera hacer. La abuela le reviró alegándole que los niños hacen lo que ven, porque ella fumaba en la casa, señala.
Doña Cuca, quien rebasa los 63 años, dice que María, de 27, en el momento en que lesionó a Carito tenía problemas por consumo de alcohol y pasaba problemas económicos, pues el padre de la niña, quien es adicto, las abandonó.
Con los ojos llorosos comparte que para todos en la familia, incluida la mamá, ha sido triste la ausencia de la niña.
Su hija ha participado en terapias sicológicas, talleres y pláticas y tiene un trabajo de mostradora en una tienda, con el ánimo de recuperarla.
Ella, indica, ve difícil que un día el gobierno la pueda devolver a su casa, ubicada en la zona poniente de León. Su hija sigue con el problema legal.