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Demetria García, bisabuela de Rubí Ibarra, ha olvidado la fecha exacta de su cumpleaños; aunque, dice, en noviembre cumplió 98 y entró a los 99, sus piernas están cansadas y espera recuperar fuerzas para ir a la comunidad de La Joya, en Villa de Guadalupe,´para visitar a su hijo Beto, el abuelo paterno de la otrora quinceañera, quien está enfermo.
La bisabuela de Rubí, quien hace un año festejó sus 15 años rodeada por 60 mil personas, vive con su hijo Felipe Ibarra García de 65 años en una casa de block de concreto, localizada en la colonia Ampliación Guadalupe, de Matehuala, a 35 km de La Joya.
Hace dos años que no ve a Beto, quien es padre de Crescencio Ibarra, “papá de la muchacha de los 15 años”.
Con la boca oculta un rebozo, muestra aflicción por la salud de su hijo, y el grande anhelo que tiene por verlo. Hace tiempo se le reventaron los tímpanos de los oídos y batalla para escuchar, tampoco ve bien. Tiene muchas molestias y eso es por la vejez, “estoy más para allá que para acá”.
Le angustia que un día se pueda ir, sin verlo y que en su familia nunca sepan que jamás habló mal de Rubí, ni ella ni Felipe. La familia se distanció más porque unos “que escriben en periódicos pusieron cosas que no son, no hemos andado de pediches”, dice.
Tiemblan de frío. Demetria depende de Felipe, quien se dedica a la recolección de cartón, botellas en triciclo, aunque desde hace dos meses una cirugía de cataratas en la vista le ha impedido trabajar.
Felipe dice que el médico le indicó que debe cuidarse para que no se afecte más su vista, no puede exponerse al sol, ni estar en la lumbre. Por lo mismo ahora ni ha juntado “leña” para prender una “lumbrita” para calentar el lugar en el que se duerme con su mamá.
Doña Demetria afirma que en Matehuala se tiembla de frío; ella se “guarda” en un cuarto de techo de teja y se cubre “de trapos” para agarrar calor. En este invierno en Matehuala se han registrado temperaturas de -5 grados centígrados y la caída de nieve y agua nieve.