Tula.— Un olor a putrefacto se percibe en toda la ciudad. A seis días de la inundación, hombres y mujeres trabajan contra el reloj para limpiar las calles que hoy son un lodazal y aguas negras, es un caldo de cultivo de bacterias.
Tula está lejos de regresar a la normalidad, los cordones de seguridad poco a poco han desaparecido, el río bajó su cauce y dejó al descubierto la tragedia de perderlo todo.
La calle Leandro Valle es una de las más afectadas, se encuentra intransitable: un lodo negro cubre la vía, así como escombros y lo que un día fueron muebles que esperan ser recogidos.
Guadalupe estaba a punto de acudir a las aulas a partir del 20 de septiembre, a cuarto año de primaria, en la modalidad híbrida, sólo dos días a la semana.
Pero se atravesó la desgracia disfrazada de agua. Unos 450 metros cúbicos por segundo llegaron de improviso a la ciudad y, con ello, se originó una de las inundaciones más graves de los últimos 40 años.
Su escuela quedó bajo el lodo. Lina cuenta que al no contar con alguien que cuide a su pequeña acudió con ella a limpiar, pero la realidad les dio de frente y la niña se tuvo que quedar en el auto ante el riesgo de una enfermedad, mientras sus padres con cubeta y escoba en mano no sabían por dónde empezar.
Virus y bacterias en todos lados
Al terminar la emergencia inicial, viene una segunda: la sanitaria. El agua que inundó Tula es residual de los drenajes de la Ciudad y del Estado de México, y a su paso también recoge los desechos industriales de fábricas.
Así, bacterias como la E.coli, provenientes de heces fecales, se entremezclan con otros tipos de virus. Algunos estudios señalan incluso la presencia del Covid-19 en aguas residuales.
Martín Martínez Malacara es trabajador de limpia de la Ciudad de México.
Él, junto con una cuadrilla de compañeros, fue enviado a Tula para ayudar en la limpieza.
Con 30 años de experiencia, dice que lo que más le duele es la desesperación de la gente al perder su patrimonio.
Cuenta que ha estado en otros desastres naturales, como en Tabasco y Veracruz. En Tula, afirma, lo que resalta es la camaradería, “aun en la desgracia nos han tratado bien”.
Él y 23 personas más que acudieron a esta zona con equipo de bombeo, una camioneta de emergencia, dos camiones Vactor y dos camionetas de logística han trabajado sin descanso desde el martes. Considera que para la limpieza de la zona se tardarán dos semanas.
Martín dice que ya están acostumbrados a este tipo de labor, aunque, entre aguas negras, apenas portan un cubrebocas de protección y en algún momento, si se puede, usan gel.
Prevalece la alerta
La zona de Tula, que incluye los municipios de Tlahuelilpan, Tlaxcoapan, Tezontepec e Ixmiquilpan se mantiene en alerta, pues reportes de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) señalan lluvias muy fuertes en la entidad (de entre 50 y 75 milímetros) y fuertes en la capital, que podrían incrementar de nuevo el nivel del río Tula.
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