Cerocahui.— A tres meses del asesinato de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos, un guía de turistas y un joven beisbolista en la región de Cerocahui, en el municipio de Urique, sigue sin ser capturado José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, y el miedo de que ocurra algo similar o que el caso quede en el olvido crece en la comunidad tarahumara.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el sacerdote jesuita Javier Ávila, conocido como El Pato Ávila, explica que en la sierra de Chihuahua hay dos grupos de personas, los rarámuri o tarahumaras y los mestizos, a quienes de una forma similar impactó el crimen contra los sacerdotes más queridos de la región.
El prelado detalla que por el lado de los mestizos prevalece el miedo de que el crimen organizado pueda hacerles algo, mientras que en los rarámuri hay tristeza por haber perdido a dos de sus grandes aliados.
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“Tres meses y El Chueco sigue sin ser detenido. La gente sigue con temor y, sobre todo, con desconfianza hacia las autoridades porque no se ve que realmente estén funcionando como deberían funcionar. Sigue la impunidad muy presente en este caso y muchos casos más en el estado y en el país”, comenta.
Por ello, aunque las personas traten de retomar su día a día, el crimen no se olvida, ya que el padre Gallo y el padre Joaquín, como se les conocía en esa zona, eran fundamentales para la vida de sus habitantes.
Durante la última semana, en la Parroquia de San Francisco Javier, en Cerocahui, se celebraron los 50 años del sacerdocio del padre Gallo y 51 del padre Joaquín. Los integrantes de la comunidad tarahumara llevaron flores y realizaron danzas en honor a ellos. También se colocaron sus fotografías, las cuales adornaron con flores blancas y amarillas y agradecieron todos sus años de servicio a esa comunidad.
Ven diálogo endeble
A 92 días del crimen, las reuniones con la comunidad de la Tarahumara, Jesuitas de México y el gobierno de Chihuahua para recuperar la paz en esa zona de la sierra continúan.
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Sin embargo, hay incertidumbre de que el diálogo pueda desviarse, ya que, en opinión del sacerdote Javier Ávila, se está distrayendo. “Hay el peligro de que nos vayamos nosotros o se vaya el diálogo por otro rumbo. Yo estoy insistiendo mucho en que no hay que distraernos de lo que nos convocó, que es los cuatro homicidios y el nivel de inseguridad que se vive en la Tarahumara”.
En la última semana, el gobierno estatal informó que se realizó la segunda Mesa de Diálogo Social de Justicia y Reconciliación, con el objetivo de desarrollar un plan de atención para la Sierra Tarahumara.
“Hay riesgo de que se distraiga la temática y se preocupe más el gobierno por resolver efectos y no causas; por traer programas, cosas, y no hacer hincapié y aún más la razón por la cual empezamos nosotros un diálogo, que fue el homicidio de las cuatro personas: el guía de turistas, el joven Paul y los dos sacerdotes”, expuso el sacerdote.
La mandataria del estado, María Eugenia Campos Galván, señaló el pasado 12 de septiembre que las mesas realizadas tienen como fin atender el compromiso que se tiene con la Sierra Tarahumara y destacó las acciones que el gobierno estatal realizó en el primer año de administración en esa zona.
Campos Galván detalló que en el primer año de su gestión, en la sierra se invirtieron más de 301 millones 365 mil pesos, en 11 de los 18 municipios serranos con mayor marginación.
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