Politólogos y sociólogos calificaron como indignante que el presidente diga que “ve bien” el diálogo entre obispos y líderes criminales de Guerrero, y señalaron que esto es prueba del fracaso de la estrategia de “abrazos, no balazos” y la declinación del gobierno mexicano ante la delincuencia organizada.

Por la mañana, cuestionado sobre las palabras del obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández, quien el miércoles dijo que los cuatro obispos de Guerrero buscaron a los líderes criminales que operan en el estado para pactar una tregua, el Mandatario respondió: “Lo veo muy bien”.

“Siempre los sacerdotes pastores, integrantes de todas las Iglesias participan, ayudan en la pacificación del país. Lo veo muy bien, creo que todos tenemos que contribuir a conseguir la paz”.

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Aclaró que no se debe llegar a acuerdos “que signifiquen conceder impunidad, privilegios, licencias para robar”. Añadió que “la responsabilidad de garantizar la paz y la tranquilidad es del Estado, esto debe quedar muy claro”.

Al respecto, el politólogo y académico del Tecnológico de Monterrey Juan Carlos Rivera dijo que el mensaje “del inquilino de Palacio Nacional es que los comerciantes, las amas de casa, empresarios, estudiantes, agricultores, ganaderos y cualquier persona en el país debe negociar con los criminales para buscar que no sean extorsionados, secuestrados o asesinados”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, expuso que es evidente el fracaso de lo que llaman política de seguridad, pero que en realidad es dejar que el crimen actúe con impunidad, y eso se ve reflejado en esa reunión entre obispos y criminales. Recordó que el nexo entre los líderes religiosos y la delincuencia no es nuevo, pero lo grave, lo penoso, es que López Obrador se congratule de estos diálogos.

A su vez, el politólogo y experto en Derecho Electoral de la Universidad La Salle José Perdomo dijo que es inaudito que el Presidente vea bien este tipo de encuentros, pues añadió que es la señal de que el gobierno cedió ante la delincuencia organizada y su política de seguridad es un fracaso.

“Es inaudito que el Presidente busque sacar raja política de este tipo de encuentros entre obispos y criminales, y con ello tratar de decir que los jerarcas católicos respaldan su política de seguridad. Lo cierto es que es evidente que su gobierno declinó ante la delincuencia”.

“Los gobiernos no pueden solos”

En Guerrero, el director del Centro de Defensa de Derechos de las Víctimas de la Violencia Minerva Bello, el sacerdote José Filiberto Velázquez Florencio, consideró que la aprobación del Presidente al trabajo de pacificación que hacen obispos y sacerdotes en la entidad es un reconocimiento de que los gobiernos no pueden solos, y ayudará para que lo sigan haciendo sin ser estigmatizados.

“Lo que dijo el Presidente nos ayudaría mucho, sobre todo en seguridad, porque ayudaría a la desestigmatización (...), porque a uno no lo bajan de narco cuando hace este trabajo, porque uno no está negociando rutas de trasiego o producción de enervantes, lo que estamos buscando es el bien común para la sociedad”, dijo.

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“Se están dando cuenta de que solos no pueden y yo lo entiendo. Legal, constitucionalmente, no se puede sentar a un funcionario con un criminal a dialogar, aunque eso traiga la paz, eso no se puede, pero hay quienes sí podemos, por nuestra labor, ser la bisagra entre estos grupos para que haya acuerdos y que los gobiernos puedan ser parte de estos esfuerzos. Las autoridades deben vernos como aliados del Estado y no como alguien a quien perseguir”, agregó.

La noche del jueves, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió un comunicado en el que consideró que “dialogar es tender puentes para preservar la vida y el bienestar de quienes se ven amenazados todos los días”.

Indicó que “el incremento de la violencia en el país muestra la urgencia de dialogar para encontrar caminos a la paz”.

“Hacemos un llamado para no desvirtuar la intención de los obispos en su misión de encontrar caminos de paz en zonas de conflicto, como lo vivimos en algunos estados”, expuso la CEM. El documento fue firmado por Monseñor Ramón Castro, obispo de Cuernavaca; Juana Ángeles Zárate, presidenta de la CIRM; Denisse Arana, secretaria de los Laicos, y Luis Gerardo Moro, prepósito provincial de la Compañía de Jesús.

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