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Torreón.— Los padres de los alumnos del Colegio Cervantes volvieron ayer a la escuela. Lo hicieron por un tema urgente: el viernes un alumno de 11 años mató a su maestra, hirió a seis personas y se suicidó. Por eso, el instituto reabrió sus puertas para atender las preocupaciones, inquietudes y el temor ante lo sucedido.
“Tenemos muchas inquietudes respecto a lo que se va a hacer, cómo se va a tratar a los niños. En cuestiones de seguridad hay cosas que no sabíamos y hay que aclarar, debemos sentirnos tranquilos de volver a traerlos, ver cómo evolucionan en la escuela”, contó Ana Rosa, madre de una alumna de primaria.
Ayer inició el protocolo de contención emocional que ofrecerán autoridades de Salud y el propio colegio. Comenzó con los padres de familia de primaria. La respuesta llegó puntual a las 9:00 de la mañana.
“Nos van a platicar qué pasó. Vengo a recibir la información, es algo bueno y positivo saber qué decirle a los niños. Como lo entiendo es un suceso que tiene muchos factores, no puede ser una causa, entiendo que es un suceso que no pasa comúnmente, no lo veo como algo que se vaya a repetir. Me gustaría que los esfuerzos sean para ver lo que ya pasó, cómo manejarlo y cómo evitar que se repita”, platicó Manuel, padre de una estudiante de la primaria.
Eric Varela, subsecretario de Atención a Emergencias de la Secretaría de Salud (Ssa) estatal, informó que el trabajo es con el fin de orientar a los padres de familia para realizar filtros y determinar que la comunidad esté en buenas condiciones.
Gerardo Cantú Garza, coordinador del equipo de Intervención en Monterrey y siquiatra especialista en intervención, mencionó que 70% de las personas se recupera sin ayuda profesional y con el transcurso del tiempo, el resto sí necesita de apoyo sicológico, por lo que se debe detectar a la población de riesgo.
“Es lo que nos interesa, darles una atención cercana. Se platicará con los padres de familia para explicarles lo que llevan a cabo, así como darles consejo para detectar situaciones de riesgo”, ahondó el especialista.
Por eso, Rogelio Galindo —padre de dos niñas, una de primaria y otra de kínder— acudió a la cita: “Mis hijas sintieron que fueron cohetes y no se enteraron de nada más. Es parte de lo que vamos a ver, cómo manejárselos, explicárselos a su nivel y que estén conscientes de lo que puede pasar”. Contó que en el ambiente todavía se halla el susto, el desconcierto de lo que sucedió: “Lo veías de lejos, cuando lo vives de cerca es más difícil de masticar”.
Relató que el viernes se enteró de los hechos por una llamada de su cuñada, quien vive a tres cuadras del colegio. El resto de la información corrió a cargo de las redes sociales. El padre de familia mencionó que está preocupado por sus hijas y añadió que existe el temor de que un caso así pueda pasar en cualquier lado. “Tenemos que hacer conciencia todos los padres de cómo debemos vigilar a nuestros niños”, consideró.
Hablarles con la verdad
Gerardo Cantú Garza, coordinador del equipo de Intervención, señaló que no se puede decir mentiras a los niños, por muy pequeños que sean: “Decir mentiras tiene implicaciones serias, en el sentido de que se pierde la confianza de los pequeños”.
Ana Rosa, madre de una estudiante de primaria, contó que su hija está consciente de lo sucedido, ya que un compañero se lo dijo.
“Aunque estén muy pequeños hay que explicarles las cosas como son, pero de una manera no tan cruda”, opinó.
Aseguró que no dejó que su hija escuchara nada sobre el tema durante el fin de semana.
Cantú Garza mencionó que estas noticias se tienen que decir con el cariño que uno pueda tener y el tacto más adecuado para que los niños puedan entender.
“En nuestra experiencia, todos los niños saben por medios diferentes, pero el mejor medio es a través de los padres, siempre y cuando tengan el sentido común del amor y ternura de este tipo de cosas”, agregó.