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Torreón.— El sonido del tren y el crujido de las vigas despiertan a Edyarlin Leal, migrante venezolana de 30 años que espera en los patios traseros de Ferromex a que salga un tren a Ciudad Juárez, su última parada antes de tratar de llegar a Estados Unidos.
Luis Alonso Crespo, otro migrante venezolano de 21 años, bajó del tren apenas este miércoles. Viene desde Ciudad de México. También quiere ir a Ciudad Juárez. En otro grupo de migrantes está Dixon David Delgado, de 25 años. Llegó también el miércoles y suma 25 días de trayecto desde Venezuela.
Edyarlin Leal, Luis Alonso y Dixon David son tres historias de más de mil migrantes varados en Torreón, Coahuila, debido a la decisión de Ferromex de detener temporalmente 60 ferrocarriles a causa del incremento de personas migrantes que utilizan los trenes de carga como medio de transporte.
En el punto de los patios traseros, los migrantes aguardan sobre vagones estacionados, están echados en la tierra entre los trenes detenidos, caminan entre las vías, salen a comprar comida y refrescos o esperan acostados bajo la sombra de un árbol.
Otros más acudieron a un albergue a asearse. La Casa del Peregrino y el Centro de Día Jesús Torres reportaron estar rebasados en su capacidad de recibir gente.
Un grupo de policías municipales y elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano vigilan los patios de Ferromex.
La mayoría de las personas que esperan en Torreón son hombres y mujeres jóvenes; hay algunas familias, pero predominan los varones. Aseguran que por la madrugada salió un ferrocarril a Ciudad Juárez y muchos se fueron. También dicen que en las próximas horas saldrá otro. Que no piensan quedarse mucho tiempo en Torreón.
Muchos de los migrantes como Edyarlin, Luis Alonso o Dixon David planeaban llegar hasta Piedras Negras, la frontera coahuilense con Eagle Pass, Texas, pero han escuchado que está colapsada y cambiaron el rumbo: Ciudad Juárez es ahora la frontera a la que quieren llegar.
La larga espera por una cita
Los testimonios de las personas migrantes tienen ese sonido de esperanza, pero también de desesperación y frustración.
Luis Alonso sacó cita desde hace un mes en la aplicación CBP One para tratar de conseguir una reunión con autoridades estadounidenses y pedir asilo. Dixon David tiene 12 días que aplicó para la cita.
La espera les provoca ansiedad, desesperación. “No encontramos trabajo, es la necesidad de acudir”, dice Luis Alonso.
“Estamos probando varias alternativas. Estamos en el proceso para pedir asilo, pero por la demora seguimos avanzando. La idea es seguir avanzando y no quedarnos estancados”, platica Edyarlin Leal.
Otros como Dixon David ya piensan en entregarse para ver si eso acelera la cita. Sin embargo, desconoce que al cruzar y entregarse automáticamente sería deportado. “Ya me quedé sin dinero, sin un sitio, sin comida. Tomé la decisión de llegar hasta la frontera a ver si nos entregamos. ¿Cómo sobrevivimos, cómo comemos ya sin trabajo? Hemos intentado buscar trabajo y muchas veces nos han negado trabajar por problema de los papeles”, argumenta.
Principal obstáculo: policías y migración
Dixon David cuenta que, desde Tapachula hasta el norte, el principal obstáculo es la policía o los agentes de migración, pues constantemente los extorsionan. “¡O la plata o te regresamos!”, le dijeron. El migrante venezolano platica que antes de llegar a la estación de Arriaga un grupo de agentes migratorios lo metieron a él y otros hombres y mujeres a un cuarto, y los desnudaron para robarles el dinero.
“A mí me encontraron 2 mil 500 pesos que traía. Nos desnudaron a todos, delante de mujeres y a ellas delante de uno. Nos revisaron y nos sacaron hasta lo último”, relata.
Para Edyarlin Leal también el acoso de los policías y migración ha sido lo más difícil de sus 20 días de trayecto. Dice que el sol, el clima, caminar no es tan difícil, lo que cuesta es la incertidumbre y el temor de que un policía los agarre.
Edyarlin, Luis Alfonso y Dixon David quieren irse cuando se pueda rumbo a Ciudad Juárez. No hay otra opción que viajar en tren, pues no tienen dinero para pagar un autobús. Además, corren el riesgo de ser atrapados por la autoridad migratoria.
Hacia el mediodía escucharon que un ferrocarril saldría para Ciudad Juárez. Muchos comenzaron a agolparse en los terrenos, en medio de dos trenes varados.