Ciudad Juárez.— La única esperanza que tenían decenas de migrantes en esta frontera era ser escuchados; confiaban en la visita a Ciudad Juárez del presidente Andrés Manuel López Obrador para que escuchara sus peticiones de justicia y “un trato digno”, pero una vez más fueron ignorados por el Estado mexicano.

Desde las primeras horas de ayer y a cinco días del incendio en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) que dejó 39 muertos y 27 lesionados, los migrantes que permanecen en esas instalaciones se enteraron de la visita presidencial y comenzaron a organizarse para poder llegar hasta el Mandatario federal y que los viera, pero sobre todo, los escuchara.

“Que se haga justicia y que se pague por todos los que se quemaron. En los videos se ve lo que sucedió, pero la verdad lo que queremos es justicia de lo que pasó”, comentó Osmali, de 24 años y originaria de Venezuela.

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Ella era amiga de Samuel, un migrante venezolano al que le decían El Gato y que falleció después del incendio del lunes pasado. Debido a que la familia de Samuel está en Venezuela, Osmali y otros amigos decidieron quedarse en el campamento.

“La verdad es que nos duele; todos somos seres humanos, aquí vamos a quedarnos durmiendo hasta que se haga justicia”, aseguró Osmali.

Más tarde, en un camión de transporte público, al menos 50 migrantes, entre ellos niños y mujeres, fueron trasladados desde el campamento improvisado hasta el gimnasio del Colegio de Bachilleres, donde sería el acto oficial del gobierno federal.

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Aunque López Obrador aseguró en la mañanera que visitaría hospitales y se reuniría con los médicos de los migrantes lesionados, tampoco ocurrió.

Con una manta negra que decía “ninguna persona es ilegal”, los migrantes esperaron a que el Jefe del Ejecutivo federal terminara el evento de Bienestar para acercarse con la esperanza de que se detuviera y dialogar con él.

“Esto no es una protesta, es una propuesta que venimos a hacerle al Presidente de México. No estamos en contra de los estatutos que hoy se encuentran en este país; nosotros venimos, no a exigir, porque no venimos a exigir a un país que no es el nuestro, venimos a que se respete nuestro derecho a la vida, a la libertad y a la paz”, expresó un migrante que se encontraba en la protesta.

Los asistentes justificaron que todas las personas que buscan migrar hacia Estados Unidos lo hacen por la crisis que se vive en esos países y aunque reconocen que hay migrantes que hacen daño o delinquen, son más las personas buenas.

“Hemos pasado cosas tan duras y pasamos por la selva del Darién y estamos 12 o 18 horas presos, eso no es respetar los derechos humanos”, añadieron.

Entre las peticiones de los migrantes al Presidente está que se generen en México políticas migratorias dentro de los parámetros jurídicos de los derechos humanos, y que se decrete un día de luto nacional por los fallecidos el pasado lunes 27 de marzo.

“Hoy fueron ellos, mañana podrían ser otros. Somos inmigrantes, todos somos hermanos, merecemos respeto, somos seres humanos; no a la xenofobia, no somos delincuentes”, subrayaron.

Los migrantes esperaron por un lapso de aproximadamente una hora afuera del gimnasio. Cuando el Mandatario federal salió del lugar, los migrantes se juntaron en la puerta para impedirle el paso, pero fue en vano.

Cuando la camioneta del Presidente abandonó la zona del evento, los migrantes regresaron con un mal sabor de boca, cabizbajos, algunos enojados por no ser escuchados, pero se organizaron para seguir en el campamento improvisado que desde el martes montaron afuera del INM, donde murieron sus compañeros.

Hasta ayer, en este lugar seguían decenas de migrantes exigiendo justicia y colocando flores, veladoras y fotos de sus compañeros fallecidos.

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