Tepeapulco.— Considerado, la laguna de Tecocomulco agoniza.

Apenas tiene un espejo de agua de dos hectáreas de las 56 mil que la conformaban. Del esplendor que tenía como hábitat de una diversidad de aves migratorias ya casi no queda nada, pero lo dramático es que su vida útil, que estaba considerada hasta 2120, se quedó corta por casi 100 años y, al igual que muchos otros embalses en el país, la sequía ha cobrado factura.

Esta laguna abarca territorio de los municipios hidalguenses de Almoloya, Apan, Cuautepec, Singuilucan, Tepeapulco, así como una pequeña parte de Chignahuapan del estado de Puebla.

En la localidad de San Miguel, en el municipio de Tepeapulco, se notan los estragos; las lanchas utilizadas para los recorridos turísticos están abandonadas.

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El calor ahoga al afluente y apenas se ve un pequeño “charco de agua”, con las instalaciones deterioradas y la falta de visitantes. Foto: Dinorath Mota | El Universal
El calor ahoga al afluente y apenas se ve un pequeño “charco de agua”, con las instalaciones deterioradas y la falta de visitantes. Foto: Dinorath Mota | El Universal

El deterioro del muelle se suma a la erosión del terreno y la tierra seca, de lo que en algún momento formó parte del espejo de agua.

En San Miguel habitan alrededor de 700 personas, señala Juan Ortega López, presidente de los restauranteros y tesorero del Comité de Cuenca de la laguna.

Dice que en algún momento todos dependían de lo que generaba la laguna: caza, pesca, turismo y servicios, como restaurantes.

Explica que los conflictos alrededor del humedal han sido constantes, pues hay un sector que está a favor de secar lo que queda de la laguna y ocupar los terrenos para el pastoreo y la siembra. Por otra parte, están quienes pugnan por preservarla.

Sin embargo, los estragos que ha sufrido a lo largo de los años la laguna de Tecocomulco, que iniciaron con una plaga de lirio acuático y ahora la sequía, llevó a que sus habitantes buscaran otras fuentes de empleo, incluso la migración.

El calor no sólo ahoga a las personas, también a este afluente, sobre la carretera apenas se alcanza a ver un pequeño “charco de agua”, con las instalaciones deterioradas y la falta de visitantes, se respira tristeza, pero también guarda la tranquilidad que da la naturaleza.

La gente se niega a ver morir la laguna

Los lugareños están preocupados. Aunque ya en 1998 vieron que la laguna se secó por completo, sienten que ahora es diferente.

El calor extremo, la falta de lluvias y la sequía, que ubica a Hidalgo en segundo lugar a nivel nacional como uno de los estados más afectados, muestran un escenario desolador.

Visualmente, el panorama es triste: erosión, lanchas abandonadas, apenas un pequeño porcentaje de agua que no rebasa el metro de altura, en el que se agolpan las aves que poco a poco pierden su hogar.

Diversas especies de patos, como el mexicano, el pato real, el boludo y el golondrino, pelícanos canadienses y otros animales en peligro de extinción, como ajolotes, habitan esta laguna, que la ficha gubernamental sitúa con apenas mil 769 hectáreas, y no las 56 mil que solía tener. Sin embargo, ahora las aves se disputan un manto de agua de escasas dos hectáreas, y apenas unas pocas áreas cubiertas de Tule que les servían como resguardo.

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En la localidad de San Miguel, en el municipio de Tepeapulco, las lanchas utilizadas para los recorridos turísticos están abandonadas. Foto: Dinorath Mota | El Universal
En la localidad de San Miguel, en el municipio de Tepeapulco, las lanchas utilizadas para los recorridos turísticos están abandonadas. Foto: Dinorath Mota | El Universal

Los testimonios

Osvelia Olvera, originaria del Estado de México, ha trabajado en este lugar desde hace más de ocho años. Para ella este sitio es hermoso. Considera que solamente atraviesa por un mal momento y confía en que pueda recuperarse.

Reconoce que desde noviembre y diciembre del año pasado había señales de lo que se avecinaba, pero no consideraron que fuera tan grave. La situación se aceleró y en enero y febrero comenzaron los estragos.

La laguna empezó a secarse, los visitantes dejaron de llegar y se extendió la idea de que se había acabado todo, lo cual pegó severamente a los restauranteros. Algunos cerraron, pero volvieron a abrir, la gente se niega a darse por vencida.

“Hubo un tiempo en que cerraba uno, dos o tres, pero dijimos: ‘no hay que perder las esperanzas’. Esto es lo último que se muere y aquí seguimos dando batalla”, señala Osvelia.

“Tenemos todavía algo de agua y las aves no han dejado de llegar. Las que vienen de Canadá arriban en octubre y se marchan en marzo, pero quedan las que tienen su hábitat en este lugar, como la gallareta, pato mexicano, la garza y otro tipo de especies que aún permanecen aquí”, dice.

Jennifer Salomón, otra comerciante del lugar, lamenta la caída de ventas hasta en 50%, además del cierre de empleos, porque ya no hay recorridos en lancha.

Juan Ortega asevera que ya se han reunido con las autoridades, a quienes les han dado a conocer la situación y aparentemente se buscarán acciones que puedan mitigar la pérdida del embalse.

Recuerda que durante algún tiempo funcionó la Comisión de Cuenca de la Laguna de Tecocomulco, A.C., que trabajaba con el apoyo de la Comisión Nacional del Agua para la preservación de la laguna. Sin embargo, en el actual sexenio les quitaron los subsidios, los proyectos se vinieron abajo, y ahora buscan retomar las acciones desde la ciudadanía.

José David Rodríguez indica que, en su momento, este lugar pretendió ser el segundo Xochimilco, incluso se contaba con la posibilidad de una zona chinampera, pero luego se retiraron los recursos y tuvieron conflictos de uso de suelo del lugar.

La situación, destaca, es preocupante por lo que buscan difundirla al gobierno federal y presentarse en las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador para que se implementen acciones y no se deje perder el humedal.

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Las repercusiones si todo se acaba

Perder este humedal significaría un escenario catastrófico para el ambiente en esta región, coinciden el presidente de la organización Sociedad Ecologista Hidalguense (Sehi), Marco Antonio Moreno Gaytán, y el director de Cuenca y Planeación Hídrica de la Secretaría del Medio Ambiente, David Uribe.

Moreno Gaytán señala que los humedales son considerados indispensables para el almacenamiento de agua y recarga de mantos, acuíferos, además de dar beneficios en la regulación y protección de inundaciones y huracanes.

Resalta la importancia en la prevención de deslaves y estabilización del suelo, por lo que en un escenario en el que esta laguna no pueda recuperarse se tendrá un impacto de extrema gravedad.

El experto señala que con el paso de los años la erosión y la deforestación ha disminuido la capacidad de almacenamiento que se establecía en 190 mil 839 metros cúbicos anualmente, por lo que a partir de 1985 su proyección de vida útil era de 135 años, preservación que cada día se ve más lejana.

Ante ello, el director de Cuenca y Planeación Hídrica de la Secretaría del Medio Ambiente subraya que se han implementado acciones de recuperación y otras más están aún en planeación.

La apuesta, dice, es que esta laguna se recupere en seis meses si los pronósticos de lluvia se cumplen y si se actúa de manera coordinada con los habitantes, pero no descartó que pueda haber un escenario en que el humedal se pierda.

Moreno Gaytán reconoce que el riesgo de que la laguna desaparezca es real, y esto impactaría, como daño colateral, el abastecimiento de agua a los municipios de Tulancingo, Acatlán, Santiago, Tulantepec, Cuautepec, así como Tepeapulco.

En tanto, los pobladores de San Miguel piden que no los dejen solos y que Tecocomulco no quede sólo en el recuerdo.

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