Taxco.— Tres fotografías certificaron la descomposición en la policía de Taxco. La primera: dos agentes cavan una fosa clandestina, lo hacen con una pala y vestidos con el uniforme oficial. La segunda: un cadáver envuelto en sábanas dentro de la cajuela de un vehículo. La tercera: en primer plano se ve a un agente con el rostro cubierto con un pasamontaña, al que las autoridades identificaron como el subsecretario de la Secretaría de Seguridad Pública de Taxco, y en el fondo están tres hombres sometidos, con las manos atadas hacia atrás y con el rostro cubierto, acostados sobre una cama.
Las fotografías las obtuvo la Fiscalía General del Estado (FGE) de los celulares de los 10 policías municipales de Taxco que fueron detenidos a finales de agosto acusados por el delito de secuestro, homicidio agravado y desaparición forzada.
El 28 de agosto, la FGE junto a soldados de la Guardia Nacional, el Ejército y la Policía Estatal realizaron un operativo para tomar el control de la comandancia de la Secretaría de Seguridad Pública de Taxco y detuvieron a todo el personal, policías, agentes de tránsito y de Protección Civil y administrativos, quienes fueron trasladados a las instalaciones de la fiscalía en Chilpancingo.
La mayoría fueron liberados, sólo quedaron 10 policías detenidos, cuatro fueron acusados por el secuestro y asesinato del comediante Enrique Hernández Avilez, cuyo cadáver fue hallado en la fosa que cavaron los policías fotografiados.
Hernández Avilez fue privado de la libertad el 18 de junio por policías municipales en la avenida Los Plateros, la principal de Taxco, según el testimonio de la familia.
Los otros seis fueron acusados del delito de desaparición forzada contra una mujer.
Los 10 agentes, entre ellos el subdirector de la Policía de Taxco, Cristopher Guillermo, están presos y sujetos a un proceso judicial.
El director de la corporación, Cristopher Hernández Cuevas, alias La Sombra, está prófugo. Es identificado como un exmilitar que opera para La Familia Michoacana en este municipio.
Hace 10 años, tras el asesinato de tres normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de otros 43 en Iguala, las policías de 13 municipios de Guerrero, incluida la de Taxco, fueron desarmadas por su presunta participación en los hechos.
En el caso de Taxco, en junio de 2016 fue detenido el entonces director operativo de la Policía, Eruviel Salado Chávez, acusado de delincuencia organizada y secuestro, vinculado a la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Salado Chávez era ubicado como operador de la organización criminal Guerreros Unidos, implicada en la desaparición de los normalistas.
Hace tres años le devolvieron las armas a la Policía de Taxco y se desató el terror en la ciudad.
Lo que sucede ahora en Taxco recuerda el Iguala de hace 10 años. Una ciudad sometida por el crimen y una policía municipal que actúa como los criminales.
Las historias de abuso de la policía aquí son muchas.
Se cuentan quedito, a discreción, los pobladores prefieren no ponerse en el radar de los criminales ni de los policías. Como medida de protección, muchos taxqueños evitan mencionar por su nombre a la organización criminal que mantiene el control: La Familia Michoacana.
Taxco perdió la tranquilidad, se vive con incertidumbre. Ahora, por las noches, las calles lucen desoladas. Desde enero, cuando el transporte público paró por los ataques y amenazas, el servicio se suspende a las 19:00 horas y la vida en la ciudad comienza a morir.
En una noche de septiembre, una pareja de adultos mayores está parada en la puerta de su casa viendo las calles desiertas. El hombre explica que la violencia los ha obligado al encierro.
“Lo que pasa es que la gente decidió encerrarse en sus casas y por como están las cosas, prefiere ya no salir. La gente se encierra porque dice: ‘Salgo a que me desaparezca esta gente o la policía, sí la policía’”, explica el hombre y subraya el peligro que representa esa corporación.
La vida nocturna está en su peor momento, muchos prefieren convivir en sus casas o en tiendas de confianza, un bar es la última opción: “Es que en los bares luego llega gente de esa y todo se pone muy raro, y luego al salir uno tiene que cuidarse de la policía”, dice una joven.
Todos temen que la policía los agarre en la calle con una cerveza, ¿por qué? Porque la cerveza se convirtió en uno de los principales negocios de los líderes de La Familia Michoacana y la policía es vigilante de esa industria.
Desde hace años este grupo criminal controla la distribución y venta de cerveza y todas las bebidas alcohólicas. En la ciudad ninguna tienda Oxxo vende cervezas o licores. Los criminales deciden quién vende, quién no y ponen el precio.
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El control sobre las bebidas alcohólicas llegó al extremo: en Taxco nadie podía caminar por la calle con una cerveza en la mano. Si una patrulla de la Policía Municipal lo detectaba, lo detenía de inmediato.
“Hay muchos casos, yo no creía, hasta que me lo contó mi hija que salió con sus amigos: los policías municipales casi casi cazan a los que salen de los bares y si los ven con una cerveza los detienen, los esposan y les sacan hasta 2 mil pesos”, cuenta una comerciante.
Que los policías actúen como criminales no es un secreto en Taxco, todos lo saben y todos lo temen.
La decadencia de Taxco comenzó hace 15 años, ubica en el tiempo un hombre que pide el anonimato. Dice que todo comenzó tras el asesinato de Arturo Beltrán Leyva en 2009. Después de eso llegó la organización criminal Los Rojos, luego Guerreros Unidos y ahora, La Familia Michoacana.
Este municipio, explica, es importante por ser estratégico para la ruta de la droga por la vía Acapulco-Chilpancingo-Iguala con destino en el Estado de México, Morelos o Tierra Caliente.
En esta última administración, la de Mario Figueroa Mundo (2021-2024), todo se exacerbó, incluida la complicidad de la policía con el crimen.
La extorsión casi generalizada ha provocado que los pobladores paguen más por los productos de la canasta básica como el pollo, la carne, las verduras, el pan, refrescos y cervezas. Comerciante que se niegue a pagar la extorsión es atacado, incluso es asesinado.
En junio de 2023 fueron privados de la libertad ocho policías municipales. Fueron hallados con vida en la comunidad de Cacalotenango una semana después.
En noviembre de ese año fueron privados de la libertad tres reporteros, uno de ellos junto a su esposa y su hijo. Los tres fueron liberados nueve días después.
En diciembre de 2023, hombres armados irrumpieron en el basurero municipal y se llevaron a 12 trabajadores. Cuatro fueron liberados, del resto no se ha vuelto a saber.
En enero de este año, la ciudad se paralizó: choferes de combis y taxis decidieron suspender el servicio por las amenazas y ataques que sufrieron por parte de las organizaciones criminales que operan en Taxco.
Tras la suspensión del transporte, las escuelas cancelaron clases, el comercio cerró, el turismo se esfumó y la ciudad se paralizó.
El 27 y 28 de marzo pasados, en plena Semana Santa, Taxco fue escenario del horror. La tarde del 27 fue secuestrada la niña Camila; la madrugada del 28 fue hallada muerta y al mediodía fue linchada la mujer acusada del secuestro y el feminicidio; dos de sus hijos salieron con vida de la turba.
Al final de la administración, la policía nuevamente está desarmada, los pocos policías que quedaron hacen recorridos con toletes y embozados, con la intención de que no los identifiquen.
Taxco vive del turismo, pero desde hace años las artesanías de plata y la minería dejaron de ser su principal sustento. Tras estos 15 años de violencia, el turismo está agonizando. Muchos restaurantes y hoteles están operando al límite.
La instalación de las organizaciones criminales ha provocado el encarecimiento de todos los productos y la violencia ha ahuyentado a todos los turistas.
Una empresaria, quien también pidió no publicar su nombre, explica que desde la entrada a la ciudad de la Guardia Nacional, del Ejército y de la Policía Estatal, Taxco se siente más tranquilo, pero poco.
“Como que la tensión bajó un poco, hay mucha vigilancia y también con el cambio de gobierno esperamos que se tranquilice un poco”, dice la empresaria.
Sin embargo, explica que el daño por los años de violencia ya está hecho. El pasado puente patrio fue el primero en todo lo que va de 2024 en que Taxco registró una ocupación hotelera de 70%.
“Taxco es un pueblo chico, muchos me contaban con el ‘dicen’ que robaban coches en la carretera, pero yo no lo creía porque nunca llegó un cliente que me dijera que le había pasado algo, pero ahora ya vi cómo hombres armados recorren las calles con sus metralletas y fusiles de asalto con total impunidad”, reconoce la mujer con preocupación.
Esas imágenes son las que han corrido al turismo. Los pocos que llegan los fines de semana, explica, son comerciantes que van a comprar productos de plata, pero sólo se quedan un día, lo que es insuficiente para sostener a los comercios del lugar.
En Taxco, dice la empresaria, los únicos que tienen seguro un salario son los empleados del ayuntamiento, del ISSSTE, los de la Coca-Cola y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El resto de la población va al día, así como la extorsión. En Taxco muchos la pagan y todos la padecen.
La empresaria asegura que a la puerta de su negocio no ha llegado nadie a extorsionar, pero al final, dice, termina pagándola.
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En Taxco, la extorsión ha provocado que los precios aumenten hasta 300%, sobre todo en los productos de la canasta básica como el pan, el huevo, la tortilla, el pollo, la carne, las verduras, la cerveza y el transporte público.
Pone un ejemplo: una caja de tomate en Cuernavaca cuesta 160 pesos, en Taxco cuesta 500.
“Así está todo, cada vez más caro, así no es necesario que le cobren la extorsión directamente porque todos ya lo pagamos”, subraya.