Juchitán.— En el sur del país se movilizan miles de migrantes de diversas nacionalidades que no llegan a la frontera norte.
EL UNIVERSAL documentó que se ha trazado un corredor humanitario desde Tapachula, Chiapas, hasta Juchitán, Oaxaca, por donde desde el 1 de octubre —cuando inició el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum— se estima que han cruzado a pie siete caravanas integradas por personas originarias de Honduras y Venezuela, principalmente, pero también de Nicaragua, El Salvador, Cuba, Haití, Colombia, Perú, Ecuador, Guatemala y de algunos países de África y de Asia.
Se trata de hombres, mujeres y niños pobres, sin dinero para hacer el viaje en autobús, avión o con polleros, que quedan atrapados en una especie de “tapón” que vigilan elementos del Instituto Nacional de Migración (INM), apoyados por la Guardia Nacional (GN).
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Las caravanas no paran. El primer minuto de ayer salió de Tapachula un nuevo grupo y está previsto que salga otro el 24 de diciembre.
Pese a esto, en la frontera norte, particularmente en Ciudad Juárez, Chihuahua, uno de los puntos de mayor concentración migrante, el número va a la baja, cuando falta poco más de un mes para que Donald Trump asuma la presidencia de Estados Unidos, el 20 de enero, fecha que muchos migrantes ven como límite para cruzar la frontera.
Encargados de albergues para personas en tránsito en esa ciudad fronteriza dijeron a EL UNIVERSAL que el INM y la Guardia Nacional implementaron operativos para inhibir la presencia de migrantes en la frontera norte. Como consecuencia, en lugar de incrementarse el flujo de personas, va a la baja.
“No están llegando personas de la frontera sur a la frontera norte porque tanto el INM como la GN están deportando (...). Para otros años en esta fecha ya teníamos como 100 personas, y ahorita tenemos 36, entre adultos y niños, y estas personas están esperando su aplicación de CBP One”, explicó Juan Fierro García, titular del albergue el Buen Samaritano en Ciudad Juárez.
Precisó que del total de las 36 personas que están ahora en el albergue, 22 son mexicanas y el resto provienen de Honduras, Guatemala, El Salvador, Colombia y Venezuela.
En recorridos realizados por EL UNIVERSAL en esta frontera se ha observado una disminución considerable de migrantes tanto en refugios como en las calles, solicitando dinero, o afuera de los espacios temporales donde suelen pasar la noche.
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“[Esta situación] es por los operativos que traen ahorita [las autoridades mexicanas]… solamente que ya acercándose la fecha de que llegue el presidente Trump pudieran llegar a la frontera, porque muchos es lo que quieren, cruzar antes de que él tome posesión, pero no creemos porque está muy vigilado todo lo que es la frontera sur del país”, indica Fierro García.
Su versión es confirmada con lo que sucede en la frontera sur.
Desde Chiapas son deportados ciudadanos de países centroamericanos, principalmente de Guatemala y Honduras. Los primeros son repatriados por la frontera, a pie; los segundos, son enviados a su país en autobuses.
El tapón de Oaxaca
En Juchitán, unos 60 migrantes que fueron trasladados en días pasados a la capital oaxaqueña denunciaron que fueron engañados por el INM, que les ofreció permisos para seguir adelante, pero en realidad les entregó un documento en el que se les informa que tienen siete días para salir del país por la frontera sur y regresar a sus países.
Carolina del Carmen, originaria de Venezuela, narró que la noche del pasado lunes agentes del INM les ofrecieron dos autobuses para llevar a 80 migrantes a la capital de Oaxaca. De ellos, sólo 20 pudieron comprar boletos a la Ciudad de México, el resto fue retornado a La Ventosa, donde unos 400 migrantes están en espera de que el gobierno estatal les envíe camiones para continuar su camino al norte.
“En algunos puntos de salida de camiones nos dijeron: ‘no llevamos migrantes’, y en otros nos cobraban 2 mil pesos el pasaje”, menciona.
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“A mí me dieron un papel firmado por la licenciada Adriana Arguelles, donde se señala que tengo siete días para abandonar México y salir por la frontera sur, por donde entramos para caminar con la caravana”, explica Carolina del Carmen.
Otros migrantes denunciaron que en el trayecto en autobús hacia la ciudad de Oaxaca fueron detenidos en tres ocasiones, en las cuales personas con diferentes uniformes les pidieron dinero.
“Ahí, en ese trayecto, se acabó el poco dinero que llevábamos”, comentaron en medio de la impotencia de no poder seguir avanzando hacia el norte del país.
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Los casi 400 migrantes varados en La Ventosa, que esperaban ayuda del gobierno de Oaxaca, se dividieron. La tarde-noche del miércoles protestaron ante la oficina local del INM porque no les dieron autobuses para trasladarse a la Ciudad de México.
La mañana de ayer un grupo de 100 personas se enfiló desde la gasolinería de La Ventosa hacia Juchitán, y otros 150 comenzaron a caminar sobre la Carretera Transístmica, hacia Matías Romero.
Cuestionados sobre los operativos, fuentes de la GN indicaron que sólo realizan acompañamiento al INM. Las autoridades migratorias no respondieron.