Marta es una joven española universitaria a la que no le viene mal tener algún ingreso extra, conoce a un hombre veinte años mayor en una fiesta que le ofrece viajes, ropa y dinero; está a punto de arrancar la primera fase del “sugardating” , una relación aparentemente inocente que puede acabar en la prostitución.
“Sus propuestas de fiestas y restaurantes se fueron ampliando a viajes y lugares a los que jamás imaginé ir. El acuerdo era muy simple, yo le acompañaba a sus eventos, me mantenía a su nivel y podríamos divertirnos juntos”, cuenta Marta.
Según la joven, él le pagaba el precio por las horas pactadas y si necesitaba más volvía a contactarle: “Al principio todo fue claro, solo si ambos queríamos mantendríamos relaciones sexuales, cada vez era más generoso conmigo, pero sus exigencias también fueron aumentando, quería más encuentros y luego, por supuesto, vino el sexo”.
En realidad Marta no existe, su historia está hecha con experiencias de varias mujeres de su edad que han sido víctimas de esta práctica que, según denuncia la organización española Diaconia, creadora de la campaña Quieres ser una “sugarbaby ”?, es cada vez más común en España.
Hombres adultos y mayores con alto poder adquisitivo ( conocidos como “sugardaddy” ) contactan con jóvenes universitarias ( las “sugarbaby” ), muchas veces a través de plataformas digitales legales, para obtener su compañía en eventos públicos o encuentros privados a las que les prometen cambiar de vida por una más lujosa.
“Entre 80 y 90% de las jóvenes ven esto con unos ojos maravillosos, les parece que no tiene nada que ver con la prostitución, que no entra en ninguna conducta de riesgo”, indica a EFE Eva Márquez, coordinadora de los programas de mujer y lucha contra la trata en Diaconia.
Abusos normalizados
Según recuerda Márquez, la sociedad española tiene “asumido” que “la explotación es una mujer esclavizada, encadenada, encerrada en un cuarto en una situación muy precaria, donde está siendo abusada continuamente en contra de su voluntad.
“Esa es la imagen que tenemos, por eso consideramos que hay que llamar la atención sobre otras prácticas que tenemos normalizadas e incluso que se nos venden a través de eufemismos y anuncios bochornosos tipo cumple tu sueño”, analiza.
Así, incide en que el “sugardating” lo que hace es “ captar a ese perfil que nadie tiene en mente , a chicas universitarias que no tienen grandes problemas de supervivencia y que de otra manera nunca se hubieran metido en una relación así”.
Márquez lo tiene claro y advierte que “para que el delito de la trata se dé, hemos de remontarnos a muchas acciones que la sociedad tiene normalizadas y que son el caldo de cultivo para que estos delitos se lleven a cabo”.
Por ello pide “prevenir situaciones que puedan desembocar en que una mujer o una niña pueda llegar a ser víctima no solo de la trata que es el caso más extremo sino de cualquier tipo de explotación sexual en contra de su voluntad”.
El papel de las redes sociales
Márquez lamenta que el “sugardating” sea aún una realidad poco documentada y conocida e indica que gran parte de la responsabilidad de que las jóvenes caigan en estas trampas es "lo que venden las redes sociales, eso de que puedes tener una vida de ensueño".
En esa misma línea se expresa Natalia Colmenar, creadora de la campaña de Diaconia, quien explica que el fenómeno nació en Estados Unidos hace tiempo pero “el problema es que ahora ya se ha popularizado” a través de plataformas como Instagram, Tik Tok o YouTube.
“Si buscas en Youtube cómo ser sugarbaby , encuentras un montón de vídeos que te explican y animan a serlo”, critica esta especialista, quien asegura que si al acceder a estas plataformas hubiera un video que indicara los riesgos de esta práctica, “ya sería un gran avance”.
Insiste en que la práctica “se oculta bajo eufemismos” y por ello se ha vuelto “tan popular”: “Por eso no se contempla que ser sugarbaby pueda conllevar un servicio sexual en 90% de los casos porque ya no hablamos de intercambio sexual sino de intercambios de beneficio mutuo”.
La historia de Marta, dice, podría ser la de cualquiera, “una chica universitaria que se mete en una página web para tener más ingresos y sin querer va pasando las propias líneas rojas que ella se marca”.
“El sugardaddy va exigiendo cada vez más y más de ella, al final la amenaza con quitarle el dinero que le iba a dar y estropearle la carrera profesional porque es una persona que tiene muchísimos contactos, ella va accediendo a cosas que inicialmente no quería hacer”, explica. Finalmente “se da cuenta de que se ha metido en la boca del lobo de la que es muy difícil salir”.
Para empezar a luchar contra esta tendencia hay que dar pasos y pareciera que aún no se ha dado siquiera el primero: “Lo necesario es empezar a abrir el melón y a decir que el sugardating puede ser una puerta a la explotación sexual”.
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