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estados@eluniversal.com.mx
Ciudad Juárez.— Melanie cumplió 15 años el pasado 23 de junio; la joven guatemalteca había perdido la esperanza de tener una fiesta de cumpleaños luego de que ella, su madre y sus dos hermanos fueron retornados de Estados Unidos, país al que intentaron entrar de manera ilegal.
Con un vestido color coral, tres grandes pasteles y más de 300 invitados —que, aunque desconocidos, comparten la misma situación—, la Casa del Migrante fue el escenario donde la joven quinceañera bailó el vals con su madre, en un festejo patrocinado por los benefactores del refugio.
La adolescente soñaba con una fiesta y fue sorprendida por los administradores del lugar, quienes a primera hora del lunes le entregaron un vestido confeccionado por una benefactora y le anunciaron que por la tarde habría una celebración en su honor.
Candy Pérez, madre de la joven, explicó que llegó de su país hace 35 días acompañada por sus hijos, Emely y Jostin, de 18 y 13 años, respectivamente, y de Melanie, a quien le tocó cumplir años en medio de una travesía inesperada, pues fueron interceptados en su intento por ingresar a Estados Unidos de manera ilegal y las autoridades migratorias los retornaron un día después.
Desde entonces viven en la Casa del Migrante, donde han estrechado lazos con más de 300 personas que atraviesan por la misma situación, y quienes fueron los invitados y testigos de Melanie, quien, emocionada hasta las lágrimas, bailó el tradicional vals con su familia.
La joven migrante soñaba con una fiesta de 15 años en la que pudiera estar rodeada de su familia y amigos, “obviamente faltaron muchas personas queridas, pero estamos contentos porque mi hija tuvo su fiesta y todas estas personas también la disfrutaron”, afirmó Candy, al asegurar que compartir este momento con familias que sufren desesperación y angustia es un regalo adicional, ya que “todos olvidamos lo que nos preocupa y festejamos en familia”.
Mientras saboreaban un platillo conformado por pollo, ensalada y puré de papa, acompañado de agua fresca, hombres, mujeres y niños escucharon música y se divirtieron durante la celebración.
La Casa del Migrante es un refugio que se sostiene con los donativos de empresarios, asociaciones civiles y familias religiosas, quienes también en esta ocasión aportaron para realizar el sueño de Melanie.
“Yo pensé que ya no iba a tener fiesta, pero gracias a Dios existen personas muy buenas”, comentó Melanie muy emocionada, principalmente por su vestido, el cual, mencionó su mamá, “es el sueño de toda niña”.
“Lo que más me gustó fue mi vestido, así me lo había imaginado”, presumió la adolescente después de colocar su ramo de flores en el altar de la Virgen de Guadalupe, como agradecimiento por haber llegado a esta etapa de la vida.
Tras recibir la bendición de un sacerdote, la joven bailó el vals con su mamá y después todos fueron testigos de la entrega del primer par de zapatillas.
Los más de 300 migrantes que viven actualmente en este refugio disfrutaron de la comida y el postre que fue, principalmente para los niños, todo un acontecimiento, ya que eran tres enormes pasteles.
“Estoy muy contenta y muy agradecida, organizaron todo muy bonito”, dijo emocionada Candy, quien después de este evento tan importante para su hija, espera tener una respuesta positiva el próximo 30 de julio en la Corte de Estados Unidos.
El evento para la quinceañera fue, en realidad, un regalo para todos los refugiados que se encuentran en la Casa del Migrante, pues las familias que tienen meses en este lugar han sufrido, entre otras cosas, discriminación y maltrato por autoridades migratorias de Estados Unidos.
La mayoría se rehúsa a quejarse públicamente, puesto que, afirman, no pierden la esperanza de recibir asilo político y no quieren perjudicar su proceso.
Coinciden en que el sufrimiento los ha convertido en una familia. Cuentan los días y las noches en el patio de la Casa del Migrante, donde en esta ocasión pudieron dejar de lado esas experiencias y crear un bonito recuerdo de la travesía con un final aún incierto.