Piedras Negras.— El domingo 30 de julio , un hondureño de 20 años, llegó a despedirse de su mamá, Yuri Suyapa Bueso Benítez, de 35 años.

“Mami, ya me voy”, le avisó y le dio un abrazo.

“No te vayas”, le pidió su madre, pero el joven insistió.

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“Mami, ya no aguanto más acá, la cita [con las autoridades migratorias de Estados Unidos] no sale. Voy a intentar. Si llego primero, les ayudo pa’ que se vayan”, respondió.

Norlan, aficionado al club Motagua de Honduras, se despidió también de sus cinco hermanos, todos albergados en la iglesia cristiana Los Fieles, de Piedras Negras.

Prometió que les llamaría antes de cruzar el río Bravo, fue lo último que le dijo a su madre. Agarró su mochila, metió unos zapatos y se fue con otro migrante. Eran cerca de las 6:30 de la tarde.

Norlan no llamó. Y Yuri logró conseguir el teléfono de la madre del muchacho con el que su hijo cruzaría, porque en el celular de Norlan no había respuesta. Pensaba que podría haber sido retenido por migración.

“Le hablo a la señora en Honduras y me dice que les echaron carrera en la orilla del río, ‘su hijo salió corriendo con el mío y el río los arrastró… el suyo no salió’”, relata Yuri, y recuerda que pegó un grito.

El 2 de agosto su cuerpo fue hallado cerca del área de las boyas, el muro flotante de 308 metros que ordenó instalar en el río Bravo el gobernador de Texas, Greg Abbott, para impedir el paso de migrantes.

Aunque no se confirmó que el ahogamiento de Norlan fue a causa de las boyas, la historia atrajo el reflector porque sí fue hallado en el área, después de que elementos de la Patrulla Fronteriza alertaran a las autoridades de Piedras Negras de un cuerpo flotando.

Yuri dice que no ha podido ver el cuerpo de su hijo. Lo identificó únicamente a través de la fotografía de un tatuaje en el cuello que dice “Herrera”, el apellido del joven.

Migración desde Honduras

Norlan Bayardo Herrera salió de Tegucigalpa, Honduras, el 2 de marzo. Huía de la violencia y las amenazas. Quería estudiar y darle una mejor vida a su mamá, sus cinco hermanos y a su abuelito.

“Me voy a ir, quiero ir a estudiar, por algo mejor”, le dijo a su madre cuando se decidió a migrar.

Llegó a Chiapas, donde estuvo varios meses lavando trastos y como cocinero, cuenta su madre.

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Dice que Norlan sentía el dolor de la soledad. Cuando hablaban le decía que se sentía triste y solo, por lo que decidió alcanzarlo. Tomó a sus cinco hijos e hijas menores, de cuatro, seis, 10, 12 y 15 años, y se fue para México el 1 de junio.

“En Chiapas lo querían bastante, no querían que se viniera [a la frontera norte]”, recuerda Yuri.

Relata que la familia tenía alrededor de 15 días en Piedras Negras, la frontera con Eagle Pass, Texas, en el lugar donde el gobernador Abbott decidió colocar las boyas sobre el río que separa a México y Estados Unidos.

Ya habían realizado el proceso para sacar cita con las autoridades estadounidenses a través de la aplicación CBP One, pero la respuesta para recibirlos no llegó y Norlan comenzó a desesperarse.

La madre narra la desesperación y angustia de su hijo: “Se desesperaba. Crucemos, decía. Yo le pedía paciencia. Estaba en que se iba y no se iba. ‘No te vayas, me da miedo ese río’, le decía yo”.

Un día, una hija, que tiene síndrome de Down y requiere de cirugía, tuvo un ataque de asma y Yuri tuvo que llevarla al hospital.

Ese hecho detonó la urgencia de Norlan por cruzar.

“Si me agarran, voy a hablar sobre su caso, para que no esté mucho tiempo allá. Voy a entregarme y voy a hablar. Va a tener medicamentos, mejor atención”, le prometía Norlan a su madre para convencerla.

“Ese río es traicionero, no te confíes”, le repetía su madre.

Cumplirle el sueño

La ilusión de Norlan era llegar a Estados Unidos. Quería terminar sus estudios y convertirse en cocinero. Quería aprender a hacer todo tipo de comida. A sus hermanos les prometió que iban a estudiar.

Yuri no sabe cuándo tendrá los restos de su hijo. Le pidieron no verlo, porque le dijeron que estaba muy descompuesto.

“No me puedo regresar tampoco. Él vino por algo mejor”, asegura Yuri.

Aunque no tiene dinero, dice que lo primero es cremar los restos de Norlan, para después poder continuar su camino con las cenizas de su hijo.

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