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“De entre los escombros se puede hacer dinero”, escuchó Ana Jessica en voz de sus vecinos.
Ante la crisis que vive Juchitán desde hace un mes, tras el sismo que dejó miles de familias damnificadas y sin empleo, algunos han decidido pepenar entre los escombros, recolectar tabiques o chatarra para reutilizarlos, así como plástico y varilla para venderlos por kilo.
Sin pensarlo más, Ana salió de casa. “Vamos a ver qué hay de bueno en el basurero”, le dijo a su hijo José Ángel, de 12 años.
Tomó su triciclo y se dirigió al tiradero en la zona cercana al panteón Domingo de Ramos, en el camino que lleva a Unión Hidalgo.
De los pedazos de paredes rosas, azules y blancas de las casas colapsadas, Ana y José sacan algunos palos, latas de aluminio, un poco de varilla y botellas de plástico para vender.
No tiene idea de cuánto recibirá porque ella no se dedica a eso, pero la necesidad de llevar qué comer para sus cinco hijos la ha orillado a realizar algo que jamás se imagino.
Parte de su casa en la colonia Héroes Juchiteco fue dañada, desde hace un mes duerme junto a toda su familia en el patio, bajo una lona. Ni ella ni sus hijos alcanzaron casa para acampar y ahora soportan el frío.
Y además, tiene que sortear los mosquitos que se están generando por el agua estancada de lluvia, que tampoco les dan tregua.
Mientras ella pepena, su esposo consiguió empleo limpiando escombro. Le pagan 800 pesos a la semana, pero no es suficiente para llevar alimento a todos los niños.
“Han sido muy difíciles estos días. No tenemos dinero”, dice mientras muestra un carrito de juguete que encontró para Alfredo, su hijo más pequeño, de nueve meses, que espera en casa junto a sus hermanos Jesús Martín, Evelyn y Monserrat.
Entre los cerros de paredes, cimientos y losa, el señor Samuel, de 73 años, también acudió a pepenar montado en su triciclo viejo.
Su edad no le permite hacer mucho esfuerzo, así que él opta por madera para leña y algo de plástico.
De la séptima sección llega por el camino a Unión Hidalgo, en donde se enfilan gran cantidad de camiones para cargar los escombros.
Antes del temblor, Samuel era pescador, pero como no puede entrar a la zona, no tiene ningún ingreso.
Florencia Regalado, su esposa de 70 años, decidió apoyar a la economía del hogar. Hace tortillas que vende en 10 pesos por cinco piezas y ese su único sostén. La historia se repite, cientos de familias que no tienen empleo.
Su casa fue dañada con algunas grietas en las paredes y aun así, ahí viven soportando las más de 6 mil réplicas, desde hace un mes.
“Buscaré más madera para tener leña para las tortillas”, dice don Samuel mientras agarra el machete para hacer pedazos pequeños.
Incluso para los que se dedican a pepenar, como Jesús que, lleva haciéndolo 24 años, la vida también ha sido difícil en las últimas semanas. No hay compradores, asegura.
No tiene sueldo y el plástico que ha podido juntar lo tiene ahí parado porque no consigue a quién venderlo.
No es mucho lo que ganaba al día, 130 pesos, pero ahora ni eso puede llevar a su esposa Melquiades Pérez.
Jesús camina entre basura y escombros, ya está acostumbrado al olor y a las moscas del basurero. Según él, ya se hizo inmune a cualquier enfermedad.
“El pepenador no tiene ingreso fijo, el fierro me lo compran a dos pesos el kilo, pero ahorita si me va bien apenas saco para las tortillas”, dice mientras carga su costal en busca de aluminio, cobre o plástico.