Desafortunadamente corremos el riesgo de que se atente contra nosotros. Si decimos algo, nuestra propia vida está en riesgo. Es gente que está organizada y que está armada”, sostiene Eduardo, defensor del Parque Nacional La Malinche, quien pidió no utilizar su nombre real al hablar del enemigo que está terminando con este bosque en el estado de Puebla: la tala ilegal, que ya ha devastado más de 70% del bosque.

La gente de las comunidades de San Miguel Canoa y de la Resurrección reconocen quiénes son los talamontes, cómo operan y el horario en el que trabajan, pero no dicen nada porque tienen miedo a las represalias que pueda haber.

Eduardo dice que algunos de estos talamontes son gente de San Miguel Canoa y San Isidro. Identifican a dos grupos pequeños, los cuales “son necios y no quieren dejar de talar”.

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El defensor de este bosque dice que, aunque no puede negar ni asegurar nada, él cree que el crimen organizado tiene que ver con esto, que hay ciertos nexos y que ellos ayudan con el financiamiento de esta actividad.

“En nuestro caso particular, que hemos estado denunciando estos acontecimientos, pues nos han hecho varias cosas. Nos han robado varias cosas, nos robaron un remolque y nos han estado presionando. Hemos sufrido amenazas para que no sigamos denunciando los hechos. Es lamentable la situación, sí se corre un riesgo”, reconoce.

Explica que las amenazas han sido por mensajes, pero también mandan a gente, “que es la que nos dice que no nos metamos, que nos vamos a meter en problemas”.

Eduardo indica que el gobierno, tanto municipal, estatal como federal no han atendido esta situación, por lo que los taladores gozan de total impunidad.

“El parque viene siendo el pulmón de la capital de Puebla. Desafortunadamente, no se le ha dado la atención que merece. Yo acuso un abandono por parte del gobierno del estado, el municipio y el gobierno federal. Hay un abandono por no cuidar este tipo de situaciones, los talamontes se mueven a su antojo, impunemente, empiezan a talar desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche”, expone.

Diariamente hay derribo de árboles, como encinos, oyameles y pinos. En la parte de La Malinche, que corresponde a Puebla, más de 70% del bosque está deforestado. Y son los habitantes de las propias comunidades los que se encargan de reforestarlo.

Árboles como el pino Moctezuma, conocido como “ocote”, y los oyameles son los que más talan. La madera que sacan de estos árboles se utiliza para fabricar tablas y polines (estructuras de madera utilizadas en la construcción). Los oyameles que se pueden encontrar en el parque cuentan con más de 50 años. Talar este árbol y vender su madera le genera a los talamontes entre 8 mil y 8 mil 500 pesos, sacando aproximadamente 140 polines por árbol.

“Los talamontes buscan los árboles más grandes, gruesos y ‘viejos’. Árboles que tienen más de 50 años, en cuestión de minutos quedan hechos pedazos. Talan a diestra y siniestra, o sea, lo que les gusta se lo llevan. Entonces, ya es robo y tala ilegal”, denuncia.

Generalmente esta madera la venden en la misma comunidad y en la capital a plena luz del día, sin que nadie haga ni diga nada. “Bajan camionetas a plena luz del día, a las 12 del día bajan camionetas pick up con 80 o 100 polines o camionetas de 3 toneladas con 150 polines. Existe total impunidad, así se mueven en este negocio”, señala Eduardo.

Solicitan apoyo del estado

Los defensores del bosque piden el apoyo al gobierno del estado. Eduardo dice que en el estado no existe un programa que ayude a controlar la tala ilegal, no existe vigilancia ni puntos de revisión ni retenes para detener a vehículos que transporten madera de dudosa procedencia.

“Lo que buscamos como comunidad es que se nos acredite como guardabosques y se nos capacite para poder hacer la vigilancia del bosque. Hay programas de guardabosques en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y en la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, pero no se ha acreditado a ninguno.

“Ojalá este gobierno, en particular el nuevo gobernador Salomón Céspedes, le entre al toro por los cuernos y busque la manera de aterrizar un grupo de guardabosques de la propia comunidad de San Miguel Canoa y de la Resurrección, para acabar con este flagelo que está terminando con el pulmón de Puebla capital”, expresa Eduardo.

Alternativas para salvar al bosque

Las comunidades cercanas al parque La Malinche se ven afectadas ante esta situación. Por tal motivo, los habitantes de la zona han tratado de concientizar a la gente y llevar alternativas.

“Nosotros llevamos el reciclado de madera de empaque en las zonas industriales para reparar las tarimas y volverlas a reutilizar. Sustituimos la madera del bosque por la industrial para que ya no se siga talando”, comenta Eduardo.

Lo que desea la comunidad es ver a este bosque como una zona ecoturística sustentable y de conservación ambiental y que recupere todo su esplendor.

Con información de Alex Cortés

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