Cancún.— Adriana Varillas
18 de abril/ Cancún, Q. Roo.- Trabajadores de la construcción y oficieros de Cancún, que ofertan sus servicios en el histórico Parque de El Crucero, se oponen a la tala de árboles y el retiro de jardineras y bancas del sitio, con motivo del proyecto de remodelación presentado por autoridades estatales y municipales, en días pasados.
Tampoco respaldan su reubicación a la Rejoyada, a menos que ésta sea también acondicionada con luminarias y seguridad, pues coinciden que “ahí matan”, pues la zona es aún más peligrosa que el propio Crucero.
De acuerdo con la información aportada por las autoridades locales, el proyecto de Mejoramiento de la Imagen Urbana, tendrá una inversión de casi 19 millones de pesos y beneficiará a 628 mil 306 habitantes.
Se remozarán banquetas, se instalará señalización horizontal y vertical; se llevará a cabo la reconstrucción del Parque El Crucero, colocando piso, adoquín y una fuente; trabajos de jardinería, instalación de tendido eléctrico y equipamiento urbano.
Sin embargo, los videos y maquetas oficiales del proyecto, dejan ver una explanada despojada de la mayoría de sus árboles, sin una sola banca o jardinera, sin su kiosko antiguo -elemento histórico para la zona y la ciudad- lo que prácticamente implica la expulsión de la gente y trabajadores que ahí se reúnen, de acuerdo con los pioneros, arquitectos, urbanistas y ciudadanos críticos de ese planteamiento en particular.
“Yo me pregunto, si Mara Lezama siempre ayudaba, apoyaba los servicios públicos, que si mandaba todo, apoyaba en la radio; por qué ahora quiere destruir algo que siempre ha estado, que siempre ella dijo que no se tocarían estos temas, estos tipos de parques. Siempre estaba contra nosotros (sic), con nosotros estaba el pueblo. Ahorita quiere destruir algo, no se puede.
“Por eso la gente se va a oponer, no van a querer quitarse nada más así; la gente se va a oponer para quitarlos de acá, porque es un parque en donde nosotros estamos acostumbrados a trabajar y a estar acá”, reprochó Clayderman Aguilar Esteban.
Clayderman es contratista de obra desde hace 15 años. Su nombre proviene del apellido de Richard, un pianista que marcó época en los años 70 y 80 en México y otras partes del mundo. Él es uno de los más de 400 trabajadores que tienen como centro de operación y contratación, el Parque de El Crucero.
“Trabajo sobre planos y toda la gente estamos acostumbrados a venir acá e igualmente si me quedo sin trabajo y me vengo a sentar acá y de aquí me contratan y me han llevado a obras grandes (…)
“Cuando usted viene aquí los sábados y lunes, está lleno de personas, hay 300-400 personas buscando el empleo y de aquí salen todos a dispersarse hacia todo lo demás; es la costumbre”, cuenta.
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Con él coincide José Manuel de la Cruz, albañil y pintor, cancunense y, desde hace nueve años, trabajador permanente en El Crucero, a donde -cuenta- llegan contratistas de otros estados, para llevarse gente con todos los gastos pagados, sabiendo que la mano de obra es de calidad y que conoce el oficio y técnicas que muchos jóvenes empleados en la construcción, no dominan.
“Aquí nos ha salido trabajo hasta pa’ los Cabos San Lucas, para Cuernavaca, Morelos; aquí es el lugar en donde tradicionalmente vienen a buscar al trabajador, ya sea contratistas o particulares; nos pagan hasta el boleto de avión. Hasta los arquitectos de allá ya saben a dónde venir a buscarnos”, narra.
Clayderman interviene y precisa: “Hace tres meses vinieron y se llevaron a 30 de nosotros a Cabos San Lucas, porque nadie quiere ir para allá; nos han llevado de Panamá, de los hoteles, vienen, nos contratan, nos depositan en nuestra cuenta; nos pagan el pasaporte y nos hospedan en hoteles”.
José Manuel tiene claro que El Crucero, además de ser punto de reunión de trabajadores y espacio de las familias de la zona, “tiene un valor histórico”.
“Demolerlo así como piensa hacerlo el gobierno, es un atropello a los fundadores de Cancún; veo que en el proyecto que tienen no piensan dejar los árboles grandes, van a hacer un ecocidio, entonces creo que es incorrecto.
“Y la gente, los trabajadores que están acostumbrados a que vengan los arquitectos, las compañías a contratarlos, los va a mover a la Rejoyada, han dicho, entonces los arquitectos están acostumbrados a venirlos a buscar y dudo que vayan a buscarlos ahí; aquí es una tradición que los vengan a buscar”, expresa.
El oficiero admite que el proyecto “pudiera ser una mejora urbana”, pero no benéfico, al prescindir de los árboles, demoler el kiosko y retirar las jardineras.
Santiago García es albañil, desde hace 29 años el Parque de El Crucero es suyo y tampoco está de acuerdo con el proyecto, parcialmente.
“A muchos no les gusta, principalmente a los mayas, que son nativos de acá. ¡Por qué? ¿A dónde van a ir los boleros? Aquí llegan las familias, los sábados en las tardes se llena esto, aquí y dónde van a ir; y los trabajadores que vienen a esperar aquí a sus familias que hacen sus compras en las tiendas”.