Los familiares del militar veracruzano Shaamir Alejandro recibieron una mañana de noviembre de 2023 la noticia: falleció cuando el Batallón de Infantería al que servía en las Fuerzas Armadas fue atacado. Una muerte que se sumó a una lista de 262 efectivos castrenses caídos en cumplimiento del deber durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
El joven, de 21 años, era parte del Noveno Batallón de Infantería que fue emboscado en Teocaltiche, Jalisco, el ataque dejó tres militares muertos, Shaamir entre ellos.
Esta fue una de las mil 775 agresiones que sufrió el Ejército Mexicano en su campaña contra el narcotráfico durante el sexenio pasado.
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“Siempre nos contaba esa valentía que tenía de hacer todo por su patria, de dar incluso la vida por el pueblo de México que hoy en día está lleno de delincuencia”, recuerda Yerisbel, hermana menor de Shaamir Alejandro, originario del municipio de Ixhuatlán del Café, en Veracruz.
Platica que desde el segundo año del bachillerato se aferró a pertenecer a las Fuerzas Armadas. Sus familiares pensaron que su deseo era pasajero, pero al concluir sus estudios se sumó al Ejército.
“Cuando venía nos platicaba que todo ahí era muy duro porque había mucha disciplina, todo tenía que ser en orden, mucha limpieza en su aspecto físico y en todo los aspectos. Nos contaba que no debía demostrar debilidad”, recuerda su hermana.
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Menciona que sus charlas en familia incluían sus misiones a las sierras de distintos estados, sus relatos de cómo eran corridos de pueblos coptados por la delincuencia, pero también de la alegría y lágrimas de mujeres que celebraban su llegada a comunidades aisladas.
“A veces nos decía que cuando llegaban agradecían y que los niños corrían atrás de las camionetas y que muchas jóvenes lloraban, mientras que las señoras les agradecían que habían llegado a los pueblitos sin luz ni agua”.
Las anécdotas del joven militar en las sierras, donde tomaba agua de charcos y cazaban animales salvajes para cumplir con su misión, formaban parte de su vida militar, que acabó el 19 de noviembre de 2023, cuando murió en la emboscada que les tendió el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). En ese hecho otros tres militares resultaron heridos.
A casi un año de distancia, su familia evoca el recibimiento de héroe que le dio la gente en su comunidad, con los pétalos de rosa y confeti sobre el ataúd, con cuetes lanzados al aire y aplausos.
“Mi hermano siempre luchó porque no quería ver esto [la violencia que se vive en México], quería que todo cambiara, un trabajo de estar orgullosos porque él salvó muchas vidas y ese es nuestro orgullo, que él nunca se dio por vencido, estuvo ahí constantemente intentando cambiar este mundo… este país. Es algo que siempre lo vamos a tener en mente”, dice Yerisbel, con la voz quebrada.
Shaamir es uno de los 262 militares que murieron entre 2019 y agosto de 2024 durante la campaña permanente contra el narcotráfico, según informes de la Secretaría de la Defensa Nacional obtenidos por vía de la transparencia.
Estas muertes fueron cuando sus unidades sufrieron agresiones armadas en el territorio nacional, en accidentes automovilísticos o aéreos, atropellamientos, con artefactos explosivos e incluso en ahogamientos e infartos.
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Se enfrentan a consorcios criminales
“Las Fuerzas Armadas se enfrentan a grandes consorcios criminales, con fuerte poder de fuego (…) hemos visto que surge una nueva serie de actos intimidatorios de terror, donde los grupos del narcotráfico no se contienen en mostrar todo su poder de fuego para intimidar a las Fuerzas Armadas y a la población”, afirma el investigador posdoctoral del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, Juan Manuel Aguilar.
Los operativos en calle del Ejército y la Guardia Nacional, señala el especialista, son sumamente complejos por la penetración social de los grupos de la delincuencia y el fenómeno del halconeo, con personas que se vuelven informantes de la delincuencia, y la falta de conocimiento del terreno en el que actúan.
“Esto se vuelve una complicación sumamente difícil para la operación táctica de las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, porque ellos posteriormente son vulnerables al no saber que la propia población que están resguardando están colaborando con la delincuencia organizada”, alerta.
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Durante 2019 la institución castrense reportó un total de 27 de sus efectivos muertos en cumplimiento del deber, un año después, 2020, fueron 11 y a partir de 2021 el número aumentó considerablemente. Un total de 47 militares murieron ese año, 37 fallecieron en 2022, la cifra se disparó a 90 en 2023, y de enero a agosto de 2024 sumaron 50.
Entre ellos hay desde soldados, cabos, sargentos, tenientes, capitanes y hasta mayores del Ejército.
Más allá de la discusión de si las Fuerzas Armadas deberían o no estar en las calles combatiendo al delito, para Juan Manuel Aguilar el uso legal de la fuerza letal está en una fuerte controversia, sobre todo vinculada a la doctrina que pudieran tener elementos de la Sedena.
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“Cuando hablamos, ¿qué hace un policía para contener una amenaza? Es neutralizarla, pero ¿qué hace un elemento de las Fuerzas Armadas para contener una amenaza? La liquida, y esto crea una fuerte controversia cuando llegan a darse enfrentamientos, porque se hace necesario el uso legítimo de la fuerza”, dice.
Reconoce que este es un tema que preocupa mucho a la sociedad civil y a organizaciones de derechos humanos, sobre todo cuando se trata de enfrentamientos armados y abiertos, donde se da una batalla con armas de fuego y uso letal de la fuerza por parte de los actores criminales.
“Este es un contexto en el que las Fuerzas Armadas encuentran problemas para reaccionar con base al uso legítimo de la fuerza, y es gran desafío por posibles violaciones de derechos humanos y daños colaterales que llegan a existir”.