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Sabinas.— Por los caminos de tierra que conducen a las minas de carbón en Sabinas es común encontrarse a decenas de mineros a bordo de sus bicicletas al término de su jornada, entre las 11:00 y las 13:00 horas, de lunes a sábado.
Estos trabajadores se trasladan a toda prisa a sus hogares para descansar tras una jornada de tres, cuatro o cinco horas de arduo trabajo, a más de 80 metros de profundidad, que inicia a las 7 de la mañana.
Pasando un riachuelo nos encontramos a Pedro Sánchez Martínez, de 53 años, y Carlos Javier, de 26, quienes detienen su marcha al vernos.
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A pesar de su prisa para llegar a su casa, aceptan platicar con el equipo de EL UNIVERSAL para contarle sobre el oficio de ser minero.
“La minería es jale [trabajo] duro. Es raro el que dure trabajando en la minería. No todos son aptos porque está pesado, no es fácil”, asegura Pedro, con 30 años de experiencia.
“Hay veces que está bien caliente [bajo tierra], a veces te sientes bien afogado, no cualquiera [se mete de minero].
¿Les falta el oxígeno?
—A veces sí.
¿Qué los lleva a meterse a una mina?
—La necesidad más que nada. Tiene que chingarle uno. En la maquila dan repoquillo y aquí es de volada y temprano, menos horas, dice Carlos.
“Más riesgo, eso sí”, complementa don Pedro, quien destaca las bondades de ser minero: “Trabajamos entre tres y cinco horas al día. Tenemos todo el día libre para la familia”.
Cuenta que tiene tres hijos ya grandes; ninguno minero.
“Para la familia nosotros somos un orgullo porque no todos jalan. No cualquiera va a jalar aquí, menos alguien que tenga estudios”, dice.
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¿Les gustaría que sus hijos siguieran este oficio?
—En realidad no, porque este jale no cualquiera lo hace. La juventud de ahora ya no sabe hacer nada de eso. Ya vienen y nomás sacan dos carretillas y van pa’ fuera porque no están dispuestos a trabajar; se cansan de volada, responde Pedro, quien agrega que lleva 30 años trabajando en las minas, pues empezó a los 23.
¿Y cuándo se jubila?
—Hasta que pueda. Ahorita ya está bien cabrón. El Seguro Social ya no te quiere marcar [pensionar por motivos de salud]. Que sí, que no, muchas preguntas. La otra vez metí papelería por los pulmones y no. ‘Están muy buenos, todavía aguantan’, me dijeron. No te tiran paro.
Este día, don Pedro y Carlos recibieron su pago semanal. “Vamos por las caguamas”, dicen con una sonrisa.
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