Aguascalientes.— La barra de un bar es el refugio de la hondureña , quien en dos meses dará a luz a su segundo hijo. Duerme en un colchón tirado junto a un tendido de cobijas que ocupan nueve migrantes más: “Ha sido muy difícil, pero gracias a Dios estoy bien”, dice mientras toca su vientre.

En este local, que solía ser un bar y que ahora está adaptado como albergue, ubicado frente a las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) en esta ciudad, viven 40 familias originarias de Haití, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Hay ocho mujeres embarazadas, dos parieron en febrero y varias tienen bebés de brazos o que dan sus primeros pasos.

En el lugar dos madres amamantan a sus hijos en “dormitorios” delimitados con cobijas; de ellos sobresalen tres cunas, monos de peluche y juguetes infantiles; en bañeras y lavaderos de plástico lavan su ropa y la tienden sobre piedras o estructuras de acero en la parte posterior del improvisado refugio.

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Deysi Figueroa, de 36 años y también de Honduras, lamenta las dificultades por las que pasan los migrantes, pero dice que la situación es más compleja para las mujeres, por lo pesado del camino, las batallas para recibir atención médica cuando están embarazadas y las condiciones en las que pasan la gestación.

Comenta que las mujeres extranjeras batallan mucho para encontrar trabajo, y luego las despiden con cualquier pretexto, como en su caso.

Relata que la habían contratado como empleada doméstica pero alguien la acusó falsamente de tener Covid-19 y se quedó “vestida y alborotada”.

“Ser migrante es más difícil para una mujer. El hombre encuentra trabajo más rápido, aquí vienen a menudo a buscarlos; a las mujeres sólo las ocupan para el aseo de casa o para cocinar”, asegura Deysi.

Los niños nacidos en México

Yadira, de 20 años, dejó su tierra, Tegucigalpa, con su esposo y su hijo Esnaider, de dos años, en busca de mejorar su vida; estuvo seis meses en Tapachula, Chiapas, donde, relata, la pasaron mal, y en diciembre fueron tras- ladados a Aguascalientes con una visa humanitaria.

Aquí externa estar tranquila, bajo control médico, contenta porque su bebé nacerá en un hospital público de la ciudad, donde cobran poco.

Con un niño nacido en México ella podría tener el derecho de adquirir la residencia, pero no es algo que tenga en mente.

La Ley de Identidad establece, en la fracción l inciso B, que el extranjero que pretenda naturalizarse mexicano deberá acreditar que ha residido en territorio nacional. Bastará una residencia de dos años anteriores a la fecha de la solicitud, cuando el interesado tenga hijos mexicanos por nacimiento.

Yadira comenta que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) le notificó que se le dará residencia permanente, para lo que debe ir a Tapachula, lo cual se le dificulta por lo avanzado de su embarazo.

Autoridades les niegan derechos

Mankendel nació en la primera quincena de febrero pasado en esta ciudad, pero después de más de dos semanas el Registro Civil del estado se ha negado a registrarla.

Su madre, MC Hendell, de origen haitiano, detalla que le exigen presentar su acta de nacimiento original, expedida en Brasil, para realizar el trámite y que su hija esté legalmente registrada, lo cual no le es posible.

Además, la mujer entiende poco el español y reclama que en los organismos públicos no tienen traductores.

La misma situación enfrenta otra de sus paisanas, cuyo hijo nació el mes pasado.

Jesús Antonio Maya López, activista y dueño del bar que ahora sirve como albergue, advierte violaciones a los derechos de las madres migrantes por parte de la autoridad estatal, que niega la atención para que registren a sus hijos, a quienes también les trasgreden un derecho constitucional por su calidad de nacidos en territorio nacional.

“Los bebés nacidos en México ya son mexicanos, y las madres obtienen la doble nacionalidad; sólo tendrían que hacer trámites ante migración”, señala.

El artículo 4 de la Constitución establece que “toda persona tiene derecho a la identidad y a ser registrada de manera inmediata a su nacimiento.

“El Estado garantizará el cumplimiento de estos derechos. La autoridad competente expedirá gratuitamente la primera copia certificada del acta de registro de nacimiento”.

Maya López señala que ha acompañado a las madres a la dirección del Registro Civil hasta en cinco ocasiones, sin lograr que se realice el registro de los recién nacidos. Indicó que el principal problema es la falta de un traductor, que también ha dificultado el acceso a la educación y a la salud.

Expone que las mujeres haitianas necesitan trabajar, porque ya no tienen dinero ni para comprar la leche de sus hijos.

"Ser migrante es más difícil para mujeres con hijos"
"Ser migrante es más difícil para mujeres con hijos"