estados@eluniversal.com.mx

Citla, el perro considerado como uno de los mejores alpinistas de México, fue sepultado en la parte alta del volcán Pico de Orizaba, su hogar de los últimos años.

Acompañado por 52 personas, el perro criollo considerado como el Ángel Guardián de la Montaña, fue enterrado a 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar.

Con visitantes de Orizaba y Río Blanco (Veracruz); de Ciudad Serdán (Puebla), así como Tlaxcala, el can fue despedido luego de haber acompañado durante años a decenas de alpinistas en sus travesías tanto por la cara norte como sur.

A la hora que la gente salió de Ciudad Serdán hacia la parte alta de la montaña, la lluvia y neblina se hizo presente hasta que arribaron a la zona conocida como el Valle del Encuentro.

Cae nieve. Sin embargo, metros más arriba, en el lugar donde quedaron los restos del animal, comenzó a caer nieve con la que la naturaleza despidió a Citla.

Citla falleció debido a complicaciones por un tumor en su hígado que provocó retención de líquidos y un cuadro de anemia, por lo que desde hace una semana era tratado medicamente.

Citla desde hace años vivía en el Pico de Orizaba, donde se refugiaba en la caseta de vigilancia en el Gran Telescopio Milimétrico a 4 mil metros sobre el nivel del mar; en la Cueva del Muerto a 4 mil 200 metros; y en la parte alta de la montaña a 4 mil 660 metros.

La querida mascota, considerada uno de los mejores alpinistas de México, se “despidió” el pasado jueves en sus redes sociales de sus seguidores con un emotivo mensaje.

“Grrrrrr, guauuuu. Vamos llegando a la cumbre más alta, Diosito me llamo, amigos. Voy recontento y quiero que ustedes también lo estén. Guauuuuuu, me llevo muchísimo amor. Desde aquí los veo. Grrrr”, escribieron en su cuenta oficial de Facebook.

Su edad exacta se desconocía y la leyenda contaba que un albañil contratado, como muchos más, para construir parte del Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, que se encuentra a un costado del Pico de Orizaba, lo llevó a la montaña para que le hiciera compañía en la zona.

Los relatos recuerdan que desde entonces el perro se “pegaba” al andar de los alpinistas, a quienes seguía en su viaje a la inmensidad de esa zona y se convirtió en el guía de la montaña y en el ángel guardián de las personas que subían a la montaña.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses