Villa Comaltitlán.— La caravana migrante reanudó ayer su marcha, del municipio de Huixtla a Villa Comaltitlán (18 kilómetros), a la que se sumaron alrededor de 300 personas al contingente de 3 mil.

Durante el quinto día de caravana el momento de mayor tensión del contingente fue al cruzar la caseta de Cerro Gordo, donde había elementos federales, pero lograron pasar sin que se presentaran incidentes.

En la caravana viajan 63 mujeres embarazadas, aproximadamente mil 200 menores, entre ellos unos 400 bebés, algunos de apenas un mes de nacidos y algunos otros con discapacidad, que viajan con sus padres hacia Estados Unidos.

El contingente de extranjeros cuenta con un amplio abanico de nacionalidades, pues provienen de países como Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Cuba, Colombia, Venezuela, Haití, Togo, Palestina, República Dominicana y Congo.

Allí viaja Vanessa, una madre soltera de Tegucigalpa, Honduras, quien lleva cinco días caminando bajo el sol y la lluvia con su hija Sofía, quien ya presenta ampollas en los pies.

La mujer relata que abandonó su país debido a la inseguridad provocada por pandillas y la falta de empleo. “No voy precisamente a Estados Unidos; quiero llegar a la Ciudad de México para ir a arreglar mis documentos con migración y poder trabajar para sacar adelante a mi hija”, explica.

Abunda que su último empleo fue en un restaurante hace cuatro meses, donde ganaba 8 mil lempiras al mes (unos 4 mi pesos) que apenas le alcanzaban para pagar la renta, ropa, calzado, alimento y la educación de su hija, y asegura que no hay trabajo, sobre todo para una mujer de 35 años.

“Ha sido difícil sobrevivir con mi hija. Esto me ha obligado a emigrar y unirme a esta caravana, que ha sido muy difícil caminar bajo el sol y con el calor. Tenemos los pies lastimados con ampollas, mi hija a veces llora porque ya no quiere caminar, pero tenemos que hacer un esfuerzo”, reconoce la mujer.

La dura carretera

Desde antes de que saliera el sol los migrantes reiniciaron su camino acompañados por visitadores de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Protección Civil y organizaciones no gubernamentales, las cuales brindaron atención médica.

Con el movimiento de la caravana, agentes del INM y Guardia Nacional reanudaron los “operativos discretos” sobre la carretera, donde instalan retenes de revisión a unos cinco kilómetros adelante del contingente migrante para detener a quienes aborden el transporte colectivo o algún otro vehículo.

Otro grupo de elementos federales los sigue en la retaguardia a una distancia prudente para asegurar a los que se van rezagando y se quedan en el camino.

El objetivo de este “operativo hormiga” es desmantelar poco a poco la caravana migrante, para luego realizar un operativo fuerte que la desintegre en su totalidad, alertaron activistas que acompañan a los migrantes.

Por su parte, la estrategia de la caravana —acompañada por los activistas Irineo Mújica de Pueblos Unidos Migrantes y Luis Rey Villagrán de Dignificación Humana— es avanzar lentamente para evitar que las mujeres y los niños se rezaguen y sean detenidos por los agentes federales.

Finalmente, el contingente arribó la tarde de ayer al parque central del municipio de Villa Comaltitlán, sin que se presentaran incidentes, pero siguen firmes en su intención de llegar hasta la Ciudad de México.

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