Guadalajara.— El 7 de septiembre de 2011 Guadalupe Aguilar Jáuregui se levantó temprano para poner en marcha una nueva estrategia para encontrar a su hijo José Luis Arana Aguilar, desaparecido en Tonalá el 17 de enero de ese año. Habían pasado 232 días, y en cada uno intentaba algo distinto. Logró entrar al Complejo Panamericano de Voleibol, donde el entonces presidente Felipe Calderón daría un informe regional sobre el estado de su administración. Esperó al momento de las preguntas y respuestas, pero no le dieron la palabra, así que se levantó y la tomó, interrumpió al Presidente y le pidió apoyo para buscar a Pepe. “Le echaremos la mano”, dijo Calderón, y personal del Estado Mayor Presidencial se acercó con ella para llevarla a una pequeña habitación, a la que más tarde llegó el Mandatario.
“Cuénteme, señora”, le dijo, y ella le entregó una carpeta con los pormenores de la averiguación previa; le contó que Pepe se había quedado de ver con su hermano en una gasolinera, pero nunca llegó, que la camioneta en la que iba apareció meses después en Colima y fue utilizada en el asesinato de dos personas. Le habló de la pasividad de las autoridades locales y pensó que se abría una esperanza para localizar a su hijo, pero los días sin él siguen transcurriendo, 4 mil 774 para cuando esto se publica.
Trabajó 30 años como enfermera, y eso tal vez explica un poco su facilidad para confortar a quien acude con ella en busca de ayuda. Se unió al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad iniciado por el poeta Javier Sicilia y aprendió a caminar acompañada. Por el trabajo que ha hecho junto a quienes integran el colectivo que fundó, Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco (Fundej), recibirá este año el IX Premio de Derechos Humanos Rey de España, otorgado por el Defensor del Pueblo y la Universidad de Alcalá de Henares.
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“El 17 de enero de 2024 se cumplieron 13 años de la desaparición de mi hijo y hasta ahorita, desde que empezamos en la búsqueda de Pepe, continúo buscándolo porque no lo hemos podido encontrar ni con la ayuda de todas las instancias gubernamentales que en su momento me apoyaron, lo que me indica que el tiempo es implacable con nosotros y por eso, dentro de la Ley de la Comisión de Búsqueda, le dimos mucha importancia a que la búsqueda debe de ser inmediata, rápida y eficaz, porque con el tiempo se van borrando las evidencias y menos los podemos encontrar”, dice sentada bajo la fronda de los árboles que habitan la plazoleta ubicada frente al Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF), donde Fundej mantiene desde hace tres años un plantón permanente con un doble propósito: ayudar a quienes llegan por primera vez al Servicio Médico Forense para buscar a alguna persona desaparecida, y para exigir celeridad y precisión en las confrontas de ADN que hace la institución para poder liberar y regresar a sus familiares a los más de cuatro mil cuerpos de personas fallecidas sin identificar que resguarda el IJCF.
Es una mañana fría en la Zona Metropolitana de Guadalajara y Guadalupe Aguilar continúa con su relato mientras varias de sus compañeras se van reuniendo en el lugar: “En Fundej somos cerca de 600 integrantes, normalmente estamos los martes aquí entre 50 y 60 personas, es solo 10% de lo que tenemos, pero debo de entender que la mayoría tienen que trabajar y es muy triste, porque muchas son mujeres que tienen a sus nietos, abuelas a las que les ha estado tocando trabajar otra vez porque los hijos son los desaparecidos y muchas de las nueras se van y les dejan a los nietos para que los mantengan, es una doble carga.
“Pero aquí estamos y tratamos de orientar a las señoras que llegan sin saber qué hacer para encontrar a sus hijos, porque nadie está preparado para estas desgracias; se acercan a nosotros y lo primero que hacemos es abrazarlas y decirles que no están solas, cuando ya se empiezan a desahogar nos cuentan sus casos, y lo que nos relatan a nosotros no es lo mismo que les cuentan a las autoridades; entonces les decimos a dónde hay que ir y qué hacer: ir a la Comisión de Búsqueda, a la Comisión de Víctimas, a que les tomen su ADN, recoger las confrontas, estar al pendiente de lo que sale en las fosas, de lo que sale en las noticias, hay que hacer el cuestionario AM (Ante Mortem) que nos va a dar la pauta para buscar, y esos datos poco a poco nos pueden llevar a encontrarlos”.
¿Cuándo decidió iniciar con Fundej?
Pepe desaparece en 2011 y en 2013 me decido a unirme porque comprendo que yo sola no voy a llegar a ningún lado, y sé que con unidad podemos hacer más; por eso en 2013 empezamos ahí en el salón que nos prestó el Cepad (Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo) que estaba en Madero 835, primero éramos siete, luego veintitantas, luego treinta y tantas, pero luego también de repente me dijeron: “Ya no queremos que nos representes”, y me puse a estudiar identificación de personas y genética, aquí (en el IJCF) en un diplomado que llevé a cabo, porque tengo la firme idea de que sólo el conocimiento nos va a llevar a poder encontrarlos, por eso sigo estudiando, porque necesitamos encontrar las causas del problema, si no encontramos las causas del problema, nunca vamos a terminar esto. Después me volvieron a decir las señoras: “Lupita nosotros queremos seguir con usted”, y seguimos.
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¿Qué opina de las posturas de los gobiernos federal y estatal en cuanto a la búsqueda de personas desaparecidas?
Es lo peor que nos ha ocurrido en estos 13 años, porque se quieren deslindar completa y descaradamente de los desaparecidos, se burlan de nosotros, no creen que existe tanto desaparecido y tanto sufrimiento. He tenido oportunidad de unirme al Movimiento Nacional de Desaparecidos en México desde 2015 y por ese motivo estuve trabajando duro en la ley (de desaparición forzada y desaparición cometida por particulares); estuve trabajando duro con la única finalidad de que esto pare, pero 2018, cuando los tráileres (que deambularon por la Zona Metropolitana de Guadalajara con más de 300 cuerpos que no fueron procesados adecuadamente para su identificación), iniciamos una manifestación y tuve un evento muy penoso en mi casa, me quisieron hacer daño, no pudieron, pero mataron a mi hermanito; las autoridades me decían: “Hay que exiliarte en algún lugar”, pero no quise porque tengo que encontrar a mi hijo, cuando menos saber qué pasó; fue a raíz de lo de los tráileres, dicen que no, pero yo sé que sí, se metieron a mi casa, me robaron mi computadora, me robaron todos mis registros de Fundej, fue algo horrible y prefiero no hablar de eso, desde entonces me pusieron escoltas, pero yo sé que si algún día me van a hacer algo, me lo hacen.
Como colectivo han insistido en atender la parte forense. ¿Es lo que más urge para encontrar a las personas desaparecidas?
En este momento para empezar a encontrar, definitivamente es lo más urgente, porque está a tope aquí (el IJCF) y no quieren reconocer que aquí es donde está la mayoría; a diario hay fosas, homicidios, enfrentamientos y aquí llegan, y tardan meses o hasta años en identificarlos, no es una crisis forense; era una crisis forense, ahora es un desmadre forense, es un desorden increíble el que tienen. Me da muchísima pena que el gobierno estatal nos diga que el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses tiene el presupuesto más grande de su historia porque no se le nota.
¿Y el centro de identificación humana que acaban de presentar?
No tengo esperanzas. El Presidente, en su informe de diciembre de 2022, anunció centros de identificación humana en Morelos, en Coahuila y en Jalisco, pero es muy poco para para tantos y tantos desaparecidos que hay, y eso que no le hemos entrado a las fosas comunes: todos los panteones están llenos de fosas comunes que hicieron fosas clandestinas, aun cuando está prohibido; aquí en Jalisco hay panteones que siguen recibiendo cuerpos en las fosas comunes, muy probablemente forzados por la delincuencia.
Hay quienes han optado por intentar dialogar con el crimen organizado para tratar de parar todo esto. ¿Qué opina?
Nosotros creíamos que la delincuencia era nada más por el poder y por el dinero, pero ahora se han vuelto muy inhumanos, porque los matan y no conformes con que los matan, nos los entregan en pedazos. Eso nos mantiene muy tristes, adoloridas, angustiadas, porque hacen el trabajo para la identificación más difícil. La mayoría sabemos, el corazón nos lo dice, que nuestros hijos están muertos, obviamente no es como nosotros los quisiéramos encontrar, es lo que menos deseamos; sin embargo, el tiempo nos va dando la respuesta y muchos los hemos encontrado aquí (en el Semefo). Tal vez sería bueno, pero no creo; hay colectivos que han hecho llamados pidiéndoles ayuda, si tuviese la certeza de que nos van a escuchar, yo también les pediría, pero yo pediría misericordia, nada más, misericordia para todos los que tienen con ellos, porque si los encontramos completitos, creo que sería poquito menos el sufrimiento.