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estados@eluniversal.com.mx
Veracruz.— Con una visión ambientalista que obligó a la reubicación de dos arrecifes coralinos, el gobierno federal y el sector privado impulsan la construcción del nuevo puerto de Veracruz, el proyecto de infraestructura portuaria más importante de los últimos 50 años.
La inversión de 70 mil millones de pesos permite avanzar en la edificación de la nueva terminal que contará con uno de los rompeolas más grandes de Latinoamérica, con 35 posiciones de atraque para barcos de última generación y una Zona de Actividades Logísticas (ZAL) que operará como Recinto Fiscalizado Estratégico.
El director de la Administración Portuaria Integral de Veracruz (Apiver), Juan Ignacio Fernández Carvajal, informó que la obra se efectúa en dos fases; la primera (con 80% de avance) contempla el rompeolas y la culminación de cinco terminales de atraque para junio del presente año y nueve terminales en enero de 2019, así como el canal de navegación.
Se busca aumentar de 28 millones de toneladas anuales de movimiento de carga a 95 millones al concluir el proyecto en 2030 y crecer de 2 mil 200 barcos recibidos al año a 3 mil 200.
La gran diferencia, explicó, será que una gran mayoría de esas embarcaciones son clase E y Triple E de dimensiones de 400 metros de largo por 58 de ancho, es decir, de última generación.
Rompeolas. Una de las obras más imponentes dentro del proyecto es el rompeolas, un muro en cuya parte más alta alcanza los 16 metros y tiene una longitud de 4.2 kilómetros que lo coloca en la primera posición en Latinoamérica por su extensión. Para su construcción se necesitaron 8 millones de toneladas de roca basáltica extraída de la zona montañosa central de Veracruz y más de 27 mil piezas de elementos de concreto, conocidos como core locs de 20, 12, 9 y tres toneladas de peso.
Con una profundidad de tres metros, el rompeolas fue diseñado para soportar olas de ocho metros de altura y vientos de más de 200 kilómetros por hora que regularmente vienen acompañados por un huracán.
Fernández Carvajal detalló que actualmente el puerto opera con 11 muelles, brinda 10 mil empleos directos y 40 mil indirectos; al concluir las obras habrá 35 nuevas posiciones de atraque, con 40 mil empleos de manera directa y 100 mil indirectos.
“La meta a 2020 es tener operando las dos fases de la primera etapa del nuevo puerto, incluyendo una segunda terminal de contenedores y para 2024 siete posiciones más y para 2030 se deberá tener el puerto concluido en su totalidad”, dijo.
El subgerente de Desarrollo y Ejecución de Proyectos de Apiver, Jorge Bolaños Illana, declaró que a la par, en 300 hectáreas se edificó la Zona de Actividades Logísticas (ZAL), donde empresas privadas podrán construir su propia infraestructura.
El lugar operará como un Recinto Fiscalizador Estratégico con vialidades y patio de servicio intermodal que tendrá como plus que los productos almacenados podrán permanecer hasta cinco años sin causar abandono sin pagar impuestos, contribuciones y cuotas compensatorias.
Salvar arrecifes. El nuevo puerto se construye cerca y dentro del Parque Nacional Arrecifal Veracruzano, integrado a la Red Mundial del Programa del Hombre y la Biosfera, con una superficie de 65 mil 516 hectáreas.
La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) decidió autorizar la obra bajo la condición de cumplir con 91 medidas y 12 condicionantes de prevención, mitigación y compensación, entre ellas salvar los arrecifes Punta Gorda Sur y Bahía de Vergara.
Para ello, la Administración Portuaria Integral creó el Acreditado Ambiental, un organismo de supervisión ambiental externo, donde participan la Semarnat, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Comisión Nacional de Protección de Áreas Naturales Protegidas (Conaanp), así como especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Veracruzana (UV).
Fue ahí donde se planeó la estrategia para reubicar a 25 kilómetros de distancia los arrecifes y los organismos marinos, detalló el coordinador y superintendente del proyecto del acreditado ambiental Francisco Javier Matos Hernández.
El investigador de la UV dijo que para la reubicación se integró a los pescadores de la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río, como una forma de convertir el proyecto en un asunto social. De tal forma que 120 pescadores fueron entrenados como buzos y recibieron capacitación de expertos para “sembrar” corales bajo el mar, lo que resultó todo un éxito social y gubernamental.
En un periodo de seis meses, los pescadores ribereños realizaron 3 mil viajes de la zona de extracción al destino final de los nuevos corales y trasplantaron 48 mil colonias y reubicaron 409 mil organismos marinos (pepinos, erizos y anémonas).
Las dos etapas, realizadas entre octubre de 2014 y noviembre de 2016, incluyó un censo de los arrecifes que vivían en una extensión de 1.5 kilómetros por 300 metros; la revisión del nuevo hogar, el traslado y revisión del nivel de éxito.
El resultado arroja que “el porcentaje de supervivencia es de 85%, cuando las autoridades exigían 70%”, dice Matos Hernández. Asegura que el éxito se debe principalmente a los pescadores que tuvieron la paciencia para aprender y plantar. Además, crearon un mecanismo “tipo pastelero” para colocar el cemento bajo el mar.